13 jun. 2025

La foto de Vargas Vila

La quinta intempestiva

Por Sergio Cáceres Mercado - caceres.sergio@gmail.com

Internet ha sido la mayor revolución tecnológica en siglos. Lo que esta red permite ahora era impensable en otros tiempos. Para ilustrar mejor esto les cuento una anécdota.

A fines del siglo pasado trabajaba en el Correo Semanal de Última Hora. Una de mis funciones era ilustrar los distintos artículos que ocupaban las treinta y dos páginas del suplemento. Un día, teníamos que publicar uno referente al escritor José María Vargas Vila. Les juro que revisé hasta el último rincón del archivo buscando un retrato o foto del bendito novelista, pero nada. El último recurso (vulgo: recurso’i) de la época era poner cualquier pintura abstracta, a falta de una ilustración adecuada. Cuando ya estaba por rendirme, el director Papu Rojas, viendo mi desazón, me ofreció consultar los interminables tomos de la enciclopedia que tenía en su despacho (creo que era la de Espasa-Calpe). Efectivamente, en el sitio dedicado a Vargas Vila venía una foto pequeñísima de él. Era la luz al final del túnel. Corriendo se lo llevé al dibujante Enzo Pertile, quien hizo un magnífico retrato a partir de ella. Problema resuelto, con sudor y lágrimas.

Ahora uno escribe en un buscador de imágenes el nombre del mencionado escritor colombiano y la red de redes le ofrece decenas de fotos suyas, en gran tamaño y diversas poses. Todo eso en pocos segundos. Si esto no es revolucionario, ¿qué es? Y estoy seguro de que los ejemplos como estos son innumerables.

Sin embargo, para los que no somos nativos digitales -pero que, sin embargo, tenemos a las computadoras y a internet como parte de nuestra vida social y laboral-, nunca acabamos de adaptarnos totalmente a ese mundo ciberespacial. No crecimos con ella, pues nuestro cerebro desde la infancia se desarrolló en un ambiente distinto, con otra tecnología.

Alabamos las ventajas que la era digital nos ofrece, pero también somos capaces -al menos algunos- de guardar una prudente distancia de ese vertiginoso mundo virtual. Sospechamos de lo extremadamente fácil de algunas cosas, pero, más que nada, aprendemos a batallar con la avalancha increíble de información que circula por ella y que la moda nos obliga a consumir, convenciéndonos que si no lo hacemos ya no estamos en onda con el resto del mundo.

Lidiar con esto, estoy seguro, marcará la diferencia entre los nativos digitales como nuestros hijos. En casa, impuse un trato desesperado con mi hija. El próximo lunes se los cuento.