23 abr. 2024

La economía paraguaya no puede seguir dependiendo del clima

Las previsiones de crecimiento para el año próximo son buenas, atendiendo que se espera un aumento del producto de alrededor del 4% con respecto a este año. La noticia negativa es que este resultado depende del clima. Paraguay no cuenta con una estrategia que permita reducir el peso que tiene este factor externo sobre sus resultados económicos. Al contrario, gran parte de las acciones que se llevan a cabo en las políticas públicas contribuyen a profundizar esta dependencia. Ningún país desarrollado avanzó sin ganar mayor autonomía de aquellas variables que vulnerabilizan el desempeño económico.

Muchos de los países que se encuentran en los primeros lugares de las listas de mejor desempeño social y económico tienen climas extremos. Un claro ejemplo son los países nórdicos, cuyos niveles de desarrollo les ubican entre los mejor posicionados. Estas buenas posiciones relativas con respecto a muchos otros países con climas benignos debieran ser motivo de análisis de funcionarios y políticos que tienen alguna responsabilidad en el diseño de las políticas económicas.

Uno de los mayores problemas que enfrenta el crecimiento y su capacidad para contribuir al desarrollo es la volatilidad. En la última década pasamos de crecimientos negativos del 4% a positivos del 11%. Estos niveles de cambio tan abruptos ocasionados por la combinación de factores climáticos y del comercio internacional restan previsibilidad.

La previsibilidad es un determinante fundamental del crecimiento económico. El aumento del riesgo impide que los agentes tomen decisiones de largo plazo, reduce la inversión y obstaculiza las innovaciones.

El cortoplacismo, el statu quo y los bajos niveles de inversión son la antesala de bajos niveles de producción y productividad, lo cual impide, a su vez, la entrada a mercados más exigentes y, por eso, más competitivos. Así, el país termina teniendo un desempeño como el que tenemos. Baja calidad del trabajo y de los ingresos, exportaciones de materias primas o productos de bajo valor agregado e inestabilidad de las recaudaciones tributarias.

Un contexto como este no favorece a las decisiones económicas y tampoco sociales. La volatilidad económica no solo afecta a quienes tienen negocios y toman decisiones de cuánto invertir, cuándo aumentar la capacidad instalada, cuándo cambiar sus técnicas o procesos. También afecta a las personas que deben decidir estudiar más o terminar los estudios.

La decisión de continuar estudiando tiene costos económicos y costos de oportunidad. Los costos económicos están dados por los recursos que deben invertir los jóvenes: matriculación, cuotas, vestimenta, alimentación, pasajes, libros, entre los más importantes. Los costos de oportunidad se refieren a cuánto dinero podrían perder al no poder trabajar de tiempo completo porque estudian, al sacrificio de tiempo con la familia, a la postergación de otros planes que están en el proyecto de vida.

Cuando las familias presumen inestabilidad económica reducen sus expectativas de inversión en cualquier ámbito, incluyendo la de educación. Esta decisión no afecta a cada familia en particular, afecta en forma agregada a toda la población y se refleja, en parte, en los bajos años promedio de estudio y en la existencia de jóvenes con poco incentivo para estudiar.

Paraguay necesita crecer y mostrar que el desempeño económico se mantendrá estable y sostenido en el largo plazo. Para eso debe dejar de depender del clima. Necesitamos políticas que modifiquen estructuralmente y a largo plazo la matriz productiva, de manera que el clima como factor exógeno pase a ser un elemento más entre muchos otros y no el principal.

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