Por Silvana Molina
silvana@uhora.com.py
Diciembre es, sin dudas, un mes de renacimiento para la mayoría de los aregüeños. Un renacimiento económico, al menos, que tiene su origen en la fabricación y venta de –justamente– “nacimientos”, que es como también se denomina a los pesebres.
Es que, como reconocida cuna de la alfarería nacional, Areguá es el mayor centro de comercialización de figuras para pesebres del país. Surgidas de los 257 talleres alfareros que operan allí, las piezas que representan al Niño Jesús, María, José, los Reyes Magos, pastorcitos y animalitos, son las indiscutibles estrellas de venta en esta temporada.
Esta ciudad del departamento Central produce unas 2 millones de piezas de cerámica al año, según Juan Carlos Maqueda, dueño del taller de alfarería más antiguo de Areguá –se creó hace más de 80 años–, docente e investigador cultural.
De esas 2 millones de piezas, casi un 60% se producen a partir de agosto y se venden fundamentalmente entre noviembre y diciembre. Es decir, la mayoría son figuras para pesebres.
“Es claro que la alfarería tiene una incidencia económica muy fuerte en esta ciudad. Y esta es la época de mayor venta. Quien más, quien menos, en diciembre tiene platita acá", resaltó Maqueda.
Sucede que Areguá tiene solo dos rubros importantes de ingresos económicos: la producción de frutillas y la alfarería.
Y en estos días, sobre todo hoy, que es feriado, la alfarería navideña alcanzará probablemente sus mayores picos de venta.
Los precios de los pesebres van desde 15.000 guaraníes y pueden llegar incluso hasta 6 millones, dependiendo del tamaño, la cantidad de piezas y el tipo de trabajo. “Este año están teniendo mucha salida los de 500 mil guaraníes, a lo sumo los de G. 1.500.000. En años anteriores se vendían mucho los de G. 3.000.000", comenta Maqueda.
El artesano explica que, a partir del mes de agosto, se comienza a preparar las figuras, que cuecen y se dejan al natural. Luego, entre octubre y noviembre, se pintan. Y entre noviembre y diciembre, se comercializan. Enero y febrero, sin embargo, son épocas muy malas para la alfarería aregüeña.
Ellos moldean, ellas pintan
En Areguá, las piezas de alfarería son elaboradas con la participación de todos los miembros de las familias que se dedican a este renglón.
La primera parte, que es el moldeado, la realizan generalmente los hombres. Lo que hacen es rellenar una matriz, con una combinación de arcilla negra o "ñai’'û" y otra “toatî" que se trae de Itauguá. La arcilla negra es elástica y la otra es resistente al calor.
Una vez secada, se cocina. El sistema de cocción que se utiliza es a leña, en un 95 por ciento.
Posteriormente, les toca el turno a las mujeres y niños, quienes se encargan de la decoración, utilizando pinturas sintéticas, al agua, óleos o combinaciones de ambos.
La forma de elaborar las piezas ha variado muy poco, según el maestro artesano Juan Carlos Maqueda. “Las técnicas de producción de Areguá son las técnicas de la Edad Media. Son técnicas que utilizaban los indígenas precolombinos”, explica. “Lo que sí hay quizás es un mejor trato decorativo y una diversificación, lo que está trayendo una mejor perspectiva”, agrega.