WASHINGTON - EEUU
Donald Trump es experto en crear caos para distraer, en usar las intrigas de palacio como cortina de humo. Pero esa estrategia parece haberle pasado factura esta semana, con la renuncia de su asesora más fiel y el descrédito de su yerno en una Casa Blanca donde pocos reman en la misma dirección.
Los titulares sobre las pugnas, escándalos y frustraciones de media docena de altos funcionarios de EEUU restaron atención a cualquier debate sustancial, y espolearon la teoría entre algunos analistas de que el prematuro anuncio de Trump sobre los aranceles al acero y aluminio fue una impulsiva consecuencia de su mal humor.
El miércoles, Trump volvió a arremeter en Twitter contra Sessions, a quien parece no perdonarle que se apartara de la investigación sobre la llamada trama rusa, que en cambio está en manos de un fiscal federal independiente, Robert Mueller.
“HIJA ADOPTIVA”. Unas horas más tarde, Hope Hicks, la directora de comunicación de la Casa Blanca y su asesora más veterana, anunció que dejará pronto su cargo para buscar otras oportunidades, un día después de reconocer, ante un comité del Congreso que investiga la trama rusa, que había dicho mentiras piadosas para favorecer a Trump.
La marcha de Hicks, tan cercana a Trump que muchos la conocían como su “hija adoptiva”, dejó al presidente sin una de las pocas figuras en las que confía verdaderamente, después de que en setiembre abandonara también su cargo Keith Schiller, al que había convertido en asesor tras tenerle como guardaespaldas desde 1999.
Tradicionalmente, los otros dos apoyos incondicionales para el polémico mandatario estadounidense Trump han sido su hija Ivanka y su yerno, Jared Kushner, pero el aluvión de titulares negativos sobre este último ha exasperado esta semana a Trump, y el lazo entre ambos se ha debilitado, según varios medios.
El martes, la prensa reveló que el jefe de gabinete de la Casa Blanca, John Kelly, había degradado de “alto secreto” a “secreto” el permiso que Kushner usa para acceder a información confidencial, lo que le priva de datos de inteligencia que pueden ser cruciales para su trabajo en la relación con México, Israel o China.