18 abr. 2024

La Alianza y su urgente desafío de instalarse como chapa ganadora

Estela Ruiz Díaz En TW: @Estelaruizdiaz

Una primera encuesta nacional sobre la intención de voto para las elecciones presidenciales que se realizarán en 49 días agitó las aguas entre los principales contendientes electorales, pero especialmente en las carpas de la Alianza Ganar.

Que la consultora First, de Francisco Capli, le diera la victoria a Mario Abdo no es una sorpresa, sino la ventaja de 31 puntos sobre Efraín Alegre, una cifra que para remontar necesita un golpe de timón en la campaña por el escaso tiempo que queda para el 22 de abril.

El sondeo muestra también un contraste sorprendente. En la pelea por el Senado, está primero Fernando Lugo (Frente Guasu) y en segundo lugar Horacio Cartes (ANR). Aquí el desconcierto es la ubicación privilegiada de la izquierda, porque del bajón colorado se habla hace tiempo por el escándalo González Daher, a quien piden sin éxito que renuncie a su reelección.

Los guarismos para el Senado ponen entre las cuerdas a Cartes, cuya candidatura está en medio de un pleito judicial, pero su problema es político. Si se confirma la distribución de bancas, la ANR no tendrá siquiera mayoría propia y eso pone en riesgo su juramento como senador. Tal como ocurrió con Nicanor Duarte Frutos. Por eso algunos de sus más cercanos colaboradores le aconsejan que renuncie a la presidencia de la República a más tardar el 30 de junio, porque el 1 de julio entra en funciones el nuevo Poder Legislativo.

“Cómo va a ser Poder Ejecutivo y Poder Legislativo al mismo tiempo. La suma de los poderes no se puede dar a ninguna persona, dice la Constitución; él (Cartes) no puede ocupar dos cargos al mismo tiempo, tiene que renunciar”, dijo muy claramente Carlos María Ljubetic, ex asesor del TSJE. Hasta ahora Cartes pretende terminar su mandato y entregar la banda presidencial el 15 de agosto. Está por verse si seguirá hasta el final, un rasgo de su carácter que ya lo llevó a derrotas.

En fin, la encuesta fue dura para ambos grupos, pero golpeó al hígado de la Alianza, que salió torpemente a refutar números. Carlos Mateo Balmelli acusó a Capli de buscar desmoralizar a la nueva mayoría con un objetivo político, porque “tiene una relación de dependencia laboral con la ANR”. Verdad o mentira, la consultora fue la que dio en el ojo en la interna colorada; por tanto, las críticas no llegan a desacreditarla totalmente.

MATAR AL MENSAJERO. Los aliancistas pueden seguir cuestionando los números, pero intramuros asumen que desde que hilvanaron la concertación a los apurones no lograron encender el espíritu de la unidad y emocionar al electorado. Las heridas abiertas por la destitución de Lugo y la batalla contra la reelección siguen sin cicatrizar totalmente. Las contradicciones son más difíciles de digerir y explicar en la oposición, a diferencia de la ANR, donde el “abrazo republicano” es una institución que no se debate demasiado.

Pero, además, la Alianza tiene serios problemas en su discurso. Han decidido ubicar como eje central el stronismo por aquello de que Mario Abdo Benítez es hijo de quien fuera secretario privado del ex dictador. Sin dudas es un punto a destacar por lo que significó la cruel dictadura y sus efectos políticos y económicos. Puede servir para una determinada franja etaria, pero no seduce a los jóvenes de menos de 40 años, a quienes hay que contextualizar los hechos y en una campaña no hay tiempo para entrar en profundidades de la historia. El Paraguay es un país joven: dos tercios de su población tiene menos de 35 años y más del 50% tiene menos de 30 años, señala un resumen de Paraguay Debate. Menos aún cuando el candidato colorado estuvo al lado de Efraín en la “autoritaria reelección” que plantearon Cartes y Lugo. Eran entonces los abanderados de la democracia.

Otro equívoco es concentrar toda su batería contra Cartes. Habría que avisarles que en las internas el candidato del presidente perdió. El adversario es Mario Abdo, quien justamente se impuso al cartismo con un perfil de lucha contra la corrupción y la impunidad y defensa de las instituciones democráticas. En el Senado, el colorado fue un aliado clave de las fuerzas democráticas.

También se vislumbran posiciones ideológicas erráticas. En una entrevista en el diario Clarín, Alegre se declaró de “centroizquierda”. Aclaró que si bien proviene de “un partido liberal, se puede decir que es liberal progresista”, y remató señalando que está en contra de la privatización, pero para suavizar su posición se declaró a favor de la alianza público-privada. Ni Lugo llegó a tanto en el 2008. Entonces, el ex obispo de los pobres se definió de centro, “poncho jurúicha”, evitando hábilmente espantar votos liberales e independientes que no disimulan su alergia a la izquierda.

Un reciente viaje en la región mostró estas contradicciones. Fueron a visitar al ex presidente uruguayo Pepe Mujica, un referente del socialismo regional, pero Alegre, en un aparente intento por amortiguar los hechos, visitó a la polémica legisladora argentina Lilita Carrió, una de las acérrimas enemigas del kirchnerismo, aliada de Mauricio Macri. Paralelamente, Lugo almorzaba con la ex presidenta Cristina Fernández.

Alegre está ganado por la agenda del Frente Guasu, pero desconoce que el voto liberal y una gran porción del sector independiente son conservadores. En el 2013, Efraín como candidato presidencial obtuvo 889.000 votos, y Lugo, como senador, 238.000. ¿Tendrá nuevos estudios que le indican que debe inclinarse más hacia la izquierda?

La Alianza sigue sin encontrar el eje clave de campaña, que necesariamente debe incluir al líder del Frente Guasu, por su popularidad. La dupla debe ser un trío: Alegre-Leo-Lugo. De hecho, el ex obispo decidió meterse de lleno en la campaña, aunque ello cause escozor en los devaluados candidatos liberales al Senado, para quienes es un adversario. Ese es otro de los problemas de la Alianza: que sus aliados van con listas separadas para el Congreso, y eso debilita la chapa presidencial, porque se concentran en sus bancas. Son aliados y adversarios al mismo tiempo.

Las encuestas son fotografías del momento y no deberían causar histeria, sino deben utilizarse como herramientas para corregir errores.

Y la Alianza necesita urgente cirugía para que su adjetivo GANAR se posicione como sensación triunfalista en un clima donde ya se instaló como un destino inexorable la permanencia del partido que sigue gobernando en tiempos democráticos sin importar que fuera el principal soporte de la dictadura.

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