28 mar. 2024

La actualidad de 1984 de Orwell

El escritor político. Luego de la Guerra Civil Española, Orwell se dio cuenta de qué tipo de escritor quería ser.

El escritor político. Luego de la Guerra Civil Española, Orwell se dio cuenta de qué tipo de escritor quería ser.

BlasBrítez

En el Superbowl (el mayor evento deportivo y televisivo del planeta) del 22 de enero de 1984, entre los Washington Redskins y Los Angeles Raiders, Apple presentó un comercial en donde una deportista corría hacia una pantalla con un mazo en la mano, mientras era perseguida por la Policía del Pensamiento. Un vociferante Big Brother anunciaba a un abúlico auditorio de trabajadores la Unificación del Pensamiento, el fin de toda ideología. La mujer estrellaba el mazo en la pantalla y, luego de una explosión y de su esplendor luminoso reflejado en los hombres azorados, en los miles de televisores en las casas de los Estados Unidos aquella noche se desplegó el siguiente mensaje, leído por una voz neutra de esas típicas de ordenador: ”El 24 de enero Apple Computer introducirá Macintosh. Y verás por qué 1984 no será como 1984”.

¿Qué es lo que la era de las computadoras y las redes prometían ayudar a no realizar de la novela que el escritor británico George Orwell (1903-1950) publicó en 1949, hace ahora 70 años? ¿De qué nos estaba liberando la deportista con el mazo, según Apple?

Hay que tener en cuenta que cuando Orwell escribió el libro trabajaba sobre los rescoldos de una mundial conflagración. Los regímenes totalitarios en Europa y la dura experiencia soviética partían como fondo imaginable de una distopía política que proyecta una vida en la que la privacidad ha sido desaparecida por el control total, y el pensamiento ha sido abolido por la repetición. Por eso, Apple preveía una restitución de la libertad y una conectividad con el futuro que el Big Brother orwelliano prometía clausurar.

Novela en la que un anodino funcionario del Ministerio de la Verdad de Londres sospecha, cual hombre de la caverna de Platón, que hay algo detrás de la verdad enunciada, que no es más que pura convención y encubrimiento; novela en la que, con una mujer iniciada en la rebeldía social, el hombre se interna en las redes de la resistencia contra un poder omnímodo y ubicuo, 1984 es también una aventura antropológica y de ¿amor? entre estos personajes: Winston y Julia.

ORWELL EN SU LABERINTO

Nacido en 1903 en la Birmania colonial con el nombre de Eric Arthur Blair, recién a los 30 años George Orwell asumió el seudónimo por el cual sería conocido, sobre todo después de su muerte, como uno de los autores más populares de su país a partir del éxito de otra de sus fábulas distópicas, Rebelión en la granja (1945), y ni qué decir con 1984. Éxito que apenas pudo disfrutar, ya que murió seis meses después de la publicación de la novela en una Londres reconstruida después de la Segunda Guerra Mundial.

Esta guerra (1939-1945) y la civil española (1936-1939) fueron, como para muchos de su generación, decisivas en su experiencia vital, política y literaria. Asqueado del fascismo italiano y del nazismo alemán, desencantado con la experiencia comunista tanto en la URSS como en Barcelona, Orwell dejó en claro en 1946 que lo más importante que le había pasado como escritor fue formar parte de los brigadistas que defendieron la república en el país de Miguel de Unamuno: “La guerra de España y otros acontecimientos ocurridos en 1936-1937 cambiaron las cosas, y desde entonces supe dónde me encontraba. Cada línea en serio que he escrito desde 1936 ha sido escrita, directa o indirectamente, contra el totalitarismo y a favor del socialismo democrático como yo lo entiendo”.

La actualidad de 1984 parece obvia cuando se habla de que en ella hay un dominio de las pantallas, de la manipulación de la verdad, de la alegría social impuesta, de la banalización de la cultura, de una lengua empobrecida, de la sexualidad reprimida y mecanizada, de las manifestaciones públicas de odio, y un largo, largo, etcétera.

Sin embargo, para algunos pensadores, como el coreano Byung-Chul Han, existe un insospechado cambio de paradigma en el carácter liberticida del Big Brother de Orwell. En Psicopolítica (2014), Han dedica un capítulo al “Gran Hermano amable”. Para él, la novela es un resultado típico de la Guerra Fría y de la época de la hostilidad negativa; por eso, el Estado Vigilante de Orwell aplica electrochoques, aislamiento, drogas, tortura. Aunque existan esos métodos en nuestro tiempo, no parecen ser necesarios. La autovigilancia, con la entrega sumisa de nuestros datos, hace con los smartphones el trabajo que haría el Estado orwelliano. “La técnica de poder del régimen neoliberal”, escribe Han, “no es prohibitoria, protectora o represiva, sino prospectiva, permisiva y proyectiva. El consumo no se reprime, se maximiza”. Y al contrario de como sucede en 1984, la razón neoliberal hoy habla en nombre de la libertad por medio del consumo, sin necesidad de encadenar a los consumidores literalmente. Con una sensación de libertad que invisibiliza la cárcel y a los encarceladores. Por eso Han tiene una respuesta para el anuncio del gigante tecnológico: “Frente al mensaje de Apple, el año 1984 no marca el fin del Estado Vigilante de Orwell (como proponía la compañía de Steve Jobs), sino el comienzo de una nueva sociedad de control que lo supera con creces en eficiencia. Comunicación y control coinciden totalmente. Cada uno es el panóptico de sí mismo”, concluye.

Es decir, cuando ya lo que había imaginado Orwell para el futuro (que llegó hace rato, como dice una canción) era terrible, el capitalismo triunfante y único nos ha deparado algo más sorprendente todavía.

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