Hace unos días nos llegaba la grata noticia de que el papa Francisco nombraba al monseñor Adalberto Martínez como el primer cardenal paraguayo. Las expresiones de alegría en las redes sociales no se hicieron esperar, sin embargo, la reiterativa pregunta en los comentarios de posteos realizados fue: ¿de qué le sirve al Paraguay tener un cardenal en Roma?
Sabemos que los cardenales son los electores del Pontífice en un futuro cónclave, pero, además, su rol de consejero del Papa es de gran importancia para definir la prioridad de los temas de agenda a nivel mundial para el Gobierno de la Iglesia Universal.
Nadie puede negar la enorme influencia de la Iglesia Católica en el mundo entero, por su incidencia en las políticas públicas de defensa a la vida y a la familia, protección de derechos humanos, dignidad humana en el trabajo y valores éticos en la economía, entre otras líneas de involucramiento en la búsqueda de una sociedad más justa y equitativa.
Por otro lado, la activa participación de la Iglesia Católica en la educación, en el apoyo a los más vulnerables de la sociedad, en las redes de solidaridad en momentos de angustia o crisis, hace que las fuerzas vivas del catolicismo, unidas en misiones a través del país, logren impactar de manera directa en el bienestar de millones de personas.
Sin embargo, cada comunidad tiene su propia cultura, la realidad sobre la que sobrevive y proyecta a su familia. En ese sentido, en Paraguay hemos vivido durante generaciones bajo el yugo de gobiernos prebendarios y clientelares, sin distinción de banderías partidarias, basando su permanencia en el poder en la ignorancia de la población.
Han lastimado el orgullo de ser paraguayos, condenándonos a la mediocridad, convenciéndonos de que la merecemos. El hecho de contar en la Santa Sede con un representante paraguayo nos da esperanzas de que la vida de la Iglesia paraguaya, y por ende del pueblo paraguayo, ahora va a estar más cerca del Papa.
Los desafíos y dificultades, así como nuestras alegrías y esperanzas, van a tener un canal directo con quien tiene la misión de dirigir la Iglesia, a través del monseñor Adalberto Martínez. Por ello, su nombramiento, sin duda, es un reconocimiento a la Iglesia paraguaya, es una señal inequívoca de que para el papa Francisco lo que vive la Iglesia paraguaya tiene relevancia para la globalidad de la Iglesia.
Además, la pertenencia al Colegio Cardenalicio y el estar inmerso en las corrientes que mueven a la Iglesia Universal, le permitirán al cardenal Adalberto Martínez conducir la Arquidiócesis de Asunción, con una mirada más amplia y global.
El papa Francisco ha convocado a la Iglesia paraguaya a participar de las grandes ligas. Enhorabuena, monseñor Adalberto, le auguramos éxitos en esta misión. Que el Señor lo ilumine para que sus decisiones y acciones sean una contribución a la construcción del bien común del Paraguay.