El ingeniero Gerardo Blanco, coordinador del Grupo de Investigación en Sistemas Energéticos (Gise) de la UNA, remarcó que la primera negociación debe darse entre los paraguayos, con el fin de acordar cuáles son los puntos que se van a exigir.
“De aquí al 2023 vamos a tener dos negociaciones y la segunda es con los brasileños. La primera es una negociación interna. Debemos construir un acuerdo social, un consenso nacional sobre qué usos le vamos a dar a nuestro futuro energético y cómo podemos apalancar el desarrollo del país utilizando esa oportunidad de energía y de recursos que podían significar una buena negociación. Por más de que tengamos buenos negociadores, si no sabemos lo que queremos como país, todo va a ser más difuso”, enfatizó.
Añadió que será una pulseada con los brasileños y el consenso interno puede actuar como una mesa para sostener esa pulseada. Apuntó que actualmente se tiene dos bonos: el demográfico (población joven) y el energético (excedente de energía). Por tal motivo, se tiene que decir cómo poder converger esas oportunidades. El uso de la energía en industrias para generar empleos es un escenario, indicó.
HONESTIDAD Y CAPACIDAD. Por su parte, el ingeniero Ernesto Samaniego expresó que la posibilidad de que para el 2023 la deuda de Itaipú sea cero es una incertidumbre. Esto dependerá de la política de las autoridades brasileñas y de la habilidad, competencia y honestidad de los negociadores paraguayos.
Explicó que se debe tener en cuenta que está en estudio la construcción de la esclusa de navegación, que implicaría un endeudamiento entre USD 4.000 y USD 5.000 millones.
Para el técnico, la soberanía energética es una frase elucubrada y acuñada por algunos fundamentalistas energéticos, que se refiere solo a la energía eléctrica y queriendo denotar que se tendría que venderla a quien se quiera, como se quiera y por poco. Esto demuestra desconocimiento de las limitaciones físicas y las reglas regionales de comercialización, destacó.
“El verdadero camino hacia la soberanía energética tendría que ser el abastecimiento seguro y confiable, y se lo debe lograr con planes y con la misión de garantizar el suministro de energía de calidad y a un precio razonable”, comentó Samaniego.
IMPLICANCIAS DEL 2023. Una vez que Itaipú salde su deuda con Eletrobras tendrá dos alternativas principales: Una es mantener la tarifa de venta tal como está actualmente (por ese precio se generan USD 2.000 millones al año solamente para abonar el pasivo) o rebajar la misma. Esta última decisión podría hacer que el precio del servicio de electricidad para los consumidores de ambos países también sufra una disminución.
El Tesoro paraguayo ve con buenos ojos poder ingresar esos USD 1.000 millones adicionales (la mitad de lo que se paga hoy por la deuda) al año y así cubrir diversas necesidades.
Sin embargo, referentes del sector energético aseguraron que ese dinero adicional tiene que conformar un fondo especial (como un banco de desarrollo) que esté blindado a los gastos superfluos.