El sitio se ha convertido en la Ruta del Cobre de los Cables y otros bienes del Estado que son robados, sin tener ninguna trazabilidad ni rastros de su comercialización, cruzando de contrabando al vecino país ante la falta total de control de las autoridades, como Policía Nacional, Aduanas, Patrulla Caminera, Migraciones, Mades, entre otras.
Por cada camión que lleva 30.000 kilos de cobre de contrabando hasta la ciudad brasileña de São Paulo, los contrabandistas obtienen una ganancia de G. 1.950.000.000. Esto, teniendo en cuenta que en el Brasil se pagan G. 65.000 por el kilo de cobre. Este enorme negocio ilícito comienza muchas veces con un pequeño robo de metro de cable que generalmente son cometidos por los chespis en los barrios.