La reposición del cupo de combustible, el uso particular del parque automotor de la Cámara, los viáticos para viajes en el extranjero, y ahora reactivar una miniclínica son algunos de esos privilegios.
Al siguiente mes de haber asumido, varios integrantes de la Cámara Baja (que en anteriores periodos ya recibió el mote de “Cámara de la Vergüenza”) ya estaban manifestando la necesidad de que se reponga el cupo de combustible que anteriormente tenían como pagado por la Cámara, a través del Presupuesto de Gastos de la Nación.
El proyecto busca la derogación de la Ley 6954 del 2022, por la que se prohibía asignar, descontar, exonerar y entregar combustibles, tarjetas personales o cupos de combustibles a las autoridades y funcionarios de los tres poderes. Fue firmado por siete diputados y otros. Ante la polémica desatada, optaron por sacar su firma del documento. La justificación para la reposición se plantea por el hecho de que los congresistas, en especial los del interior deben viajar hasta Asunción, “debiendo afrontar los gastos de dichos traslados que pagan los mismos diputados de su propio peculio”.
Los diputados van adhiriendo sistemáticamente al pedido de privilegios, y de coquetear con más combustible y otros beneficios. Recientemente apareció el pedido de reactivar una miniclínica exclusiva.
Tres diputados, encabezados por el titular de la Cámara, Raúl Latorre, expresaron su deseo de contar con la reapertura de la miniclínica, que en periodos pasados costaba a la Cámara G. 2.400 millones, sin contar que se cuenta actualmente con seguro médico para sus funcionarios. Se añade que en el caso del diputado Jatar Oso Fernández, este dice que la dieta no les alcanza debido a que tienen muchos pedidos a cuestas.