En tanto que, a su criterio, la causa de la resistencia brasileña de aumentar artificialmente la tarifa, que se vende en el mercado regulado, está dada por la necesidad brasileña de contar con energía barata para una competitividad internacional.
“Ante esta situación, Paraguay no tiene un Plan B, alternativo, que sea conocido”, destacó.
También hizo alusión a publicaciones del vecino país, como la de boletimnacional.com.br, que rescata expresiones de referentes del Frente Nacional de Consumidores de Energía y de la organización Abrace Energía, que sugieren valores de USD 8 a USD 10 dólares el kW/mes, ya que se terminó de pagar la deuda de la binacional.
Además, López Flores mencionó que en esa misma publicación se contempla el deseo de quienes viven en el Sur y Sureste brasileño de que “por justicia” esas regiones tengan un costo más bajo por el servicio eléctrico.
El analista puso también sobre la mesa el análisis del portal sites.tcu.gov.br, que recuerda que entre 2001 y 2020 hubo un crecimiento en el precio de la energía eléctrica para los consumidores regulados de 351%, nivel que sobrepasa los 230% de inflación oficial ocurrida en el mismo tiempo; considerando que la energía es uno de los dos ítems preponderantes en la economía de aquel país con impacto en la vida de las familias.
Finalmente, López Flores mencionó que la política tarifaria del sector eléctrico depende de varios órganos brasileños, con lo que resulta complicado el establecimiento rápido de una tarifa.