La Iglesia Católica no puede permitir que su pasado encubrimiento de abusos sexuales infantiles se repita y, por ello, debe centrarse en prevenir que se cometan estos crímenes dentro de sus instituciones, y a la vez tiene la obligación de proteger, escuchar y acompañar a las víctimas: Los tres reclamos que más hacen los niños y adolescentes que pasaron por el dolor, el sufrimiento y la pérdida de fe.
Como uno de los mayores expertos eclesiásticos en materia de prevención de abuso sexual en la Iglesia, ayer Hans Zollner, sacerdote jesuita alemán, director del Instituto de Antropología de la Pontificia Universidad Gregoriana, disertó en el segundo día del II Congreso Latinoamericano Atender, Informar y Comunicar Claves para una gestión eficaz en los casos de abuso sexual, que realiza en Asunción.
Teniendo como tema Iglesia Católica y los abusos sexuales a menores: tomando conciencia del pasado con perspectivas para un futuro mejor, el sacerdote dijo que para comprender mejor el problema se necesita de ‘‘la voz de aquellos que han sido heridos en su dignidad y que no experimentan la atención y misericordia que con razón esperan de la Iglesia’’.
Ante un auditorio repleto, Zollner se refirió a cómo se percibe una persona o un niño abusado por un miembro de la Iglesia en frases como: ‘‘Nadie ha escuchado jamás la historia de mi dolor’’. ‘‘No sé a quién acudir buscando ayuda’’. ‘‘Me enfurece que se desentiendan de su responsabilidad’’. ‘‘Ya he luchado bastante, yo me rindo’’. ‘‘Me sentí muy sucia y culpable’’. ‘‘Si no me hubiera sentido tan indefenso’’. ‘‘Si tuvieran el valor de confesar sus crímenes y hacer justicia’’. ‘‘Tenía confianza en el padre, no podía imaginarme que me pudiera hacer algo malo’’.
El disertante compartió la imagen que pintó una víctima de abuso de Canadá que le fue entregada al cardenal Seán P. O’Mailly en 2015. Se ve a Jesús con ojos cerrados y llorando por las heridas de las personas víctimas de abuso dentro de la Iglesia y la poca atención que reciben de las autoridades de la Iglesia y de todo el pueblo de Dios.
Jesús está crucificado en el árbol de la vida, hay hojas, no está muerto, y también una paloma del Espíritu Santo. Hay vida, según describe Zollner.
“Las víctimas de abuso quieren ver una actitud de empatía, cercanía, estar abiertos con los corazones y no solo con los ojos y las orejas, esa es la Iglesia que tendríamos que ser”, indicó.
Refirió que Jesús llora por las heridas de las víctimas de la Iglesia y lamentó que muchas se rindan, algunas –incluso– se suicidan, por lo que ante esta gravedad es fundamental trabajar en la prevención de los abusos y que la Iglesia está haciendo mucho para evitar estos hechos creando los espacios seguros.
Dijo que hay mucho por hacer por los casos de abusos sexuales cometidos hace 60, 50 y 40 años atrás, lamentando que en muchos casos, el sufrimiento de las víctimas no fue atendido, escuchado o acompañado.
También se refirió que en este mal que sufre la Iglesia existen paradojas: abusadores y víctimas; procuradores y obispos/superiores que encubren; personas que trabajan en salvaguardar-proteger o quienes minimizan o niegan; Clericalismo entre clérigos y no; el poder autoritario vinculado al cargo difuso y cuestionado. La falta de estructura, de rendición de cuentas y reglas fueron citadas como razones de abuso y de encubrimiento.
El experto en abusos contra menores del Vaticano dio un agradecimiento especial a las víctimas de abuso presentes en este II Congreso del Centro de Protección de Menores, Ceprome Latinoamérica, “por su paciencia y entrega, y a quienes tienen responsabilidad mayor en la Iglesia con paciencia y, espero también, con apertura y decisión’’.
Protección
El cardenal Seán O’Malley, arzobispo de Boston y presidente de la Pontificia Comisión para la Protección de Menores (PCPM), volvió a disertar con el tema Hacia una mayor transparencia y responsabilidad de la gestión y tratamiento de los casos de abuso en la Iglesia.
El consejero del papa Francisco pidió a los católicos “mayor cuidado los unos con los otros, porque es una cuestión de vida o muerte”, y además insistió en que se debe prestar más atención a los que sufren, a los que han sido abusados y que “esto no es opcional, es una obligación”.
Recordó que Francisco creó la Pontificia Comisión de Protección de Menores para que esta sea una presencia concreta, efectiva, eficaz junto a las autoridades de las iglesias locales, que tienen la responsabilidad de este ministerio o servicio para abordar los abusos, para prevenir, acompañar y ayudar a los que fueron afectados por el abuso en su búsqueda de justicia.
Por su parte, el sacerdote Andrew Small, secretario de la Pontificia Comisión, recordó el mensaje del Papa a la estructura de la Iglesia: ‘‘Cualquiera que disminuya o minimice el peligro actual deshonra a aquellos que han sufrido tanto y engañan a quienes dicen servir”.
Se refirió a esta indicación del Santo Padre como un ministerio obligatorio y que la falta de respuestas es una omisión, y “somos responsables por esa omisión”.