Por Pa’i Oliva
oliva@rieder.net.py
El ser vivo, no el de los laboratorios de anatomía, está en un continuo proceso de cambio. También las organizaciones y acciones que hace a lo largo de su existencia.
Por eso, también la Iglesia se encuentra en proceso hacia delante, que es caminar de un punto de partida hacia otro vislumbrado, que poco a poco va cuajando.
El “de dónde venimos” es una vivencia de Iglesia “tradicional”. Acentúa el misterio de un Dios todopoderoso, cuya gracia desciende desde lo alto a través de una Iglesia-sociedad organizada verticalmente. Y está marcada por la experiencia occidental-europea y greco-romana.
El “a dónde caminamos” es a una vivencia de Iglesia como “Pueblo de Dios”. Acentúa el misterio de un Dios de vida y misericordia en comunión con la Humanidad a partir de los Pueblos oprimidos de la tierra. La imagen es el círculo de amor fraterno y solidario.
El Concilio Vaticano II fue el comienzo de un caminar desde una Iglesia-sociedad-jerárquica a una Iglesia-pueblo-comunión fraterna. Y América Latina, uno de los lugares del mundo donde este proceso más ha avanzado. Y todo el movimiento de comunidades cristianas llenas de vida y la concepción de la parroquia como la comunidad local de comunidades son uno de los logros conseguidos.
Por todo esto, es interesante preguntarnos: ¿La parroquia católica a la que pertenezco está en ese proceso? ¿Existen comunidades pequeñas y la parroquia es la comunidad de comunidades?
Unas ideas para reflexionarlas esta semana.