“Lo que nosotros vemos es un crecimiento espantoso del consumo de crack entre los niños en situación de calle”, dijo con tono de preocupación el Dr. Manuel Fresco, director del Centro Nacional de Control de Adicciones.
El médico citó un motivo alarmante: el crack se convirtió en la droga mortal y preponderante cuyas víctimas son los niños que deambulan por las calles.
En el año 2007 la cola de zapatero ocupada el 70% de la drogas consumidas por los niños en esta situación de calle, ahora el 80% de los casos registrados tiene que ver con el consumo de crack, explicó la Dra. Carmen Sánchez de Molinas que trabaja con los chicos internados.
Hace tres años los casos de crack solo ocupaban el 8,2% de las drogas consumidas por los chicos. Pero ahora la situación se modificó y la cola de zapatero del 70 bajó al 20%. “El crecimiento ha sido alarmante”, remarcó el doctor Fresco.
El médico agregó que solo es cuestión de tiempo para que Paraguay llegue a la misma dramática situación que Argentina, donde esta droga causa estragos en los barrios pobres.
INTERNADOS. Los diez lugares para internación de niños se encuentran ocupados por consumidores de crack.
La rehabilitación dura 30 días, pero según Fresco, el problema es qué hacer luego de la desintoxicación.
“Cuando sale de acá el chico debe tener un hogar que no lo expulse, pues por algo un niño prefiere estar en la calle antes que estar con la familia, se debe trabajar ese ámbito”, planteó.
A su entender los niños adictos al crack son el último eslabón de una cadena que casi nunca es denunciada e investigada.
“Se utiliza a los niños para nutrir la cadena de reventa de celulares robados, así como de microtráfico y todo tipo de explotación”, sustentó.
Citó que el trabajo contra el crack debe tener tres frentes: el social, que corresponde a la Secretaría de la Niñez; el sanitario, que depende del Centro Nacional de Adicción, y el microtráfico debe ser combatido por la Senad. “Solo de esta manera se tendrán resultados”, insistió.
PRESUPUESTO. En todo el Paraguay solo existe un solo centro de control de adicciones. Su presupuesto ronda las G. 3.500 millones, y al año atiende a más de 1.000 personas. Cada internado le cuesta al Estado unos G. 28 mil por día.
El actual director manifestó que lo ideal es que exista un centro que trate la adicción en cada municipio.
Con respecto al consumo de crack, el año pasado se registraron 216 casos. Entre los más comunes que llegan a la entidad, están los relacionados a trastornos mentales por múltiple consumo, y que sobrepasan los 1.100.
“Los chicos consumen más de una droga, pero es el consumo de crack lo que los lleva a internarse”, comentó el médico.
Recordó que las adicciones son patologías crónicas que no se curan, pero que requieren tratamiento para controlar su desarrollo.
Al Centro Nacional de Control de Adicciones fueron internados un total de 79 niños, en el 2009. El 25% corresponde al sexo femenino y el 75% al masculino. Con respecto a la edad, el más precoz tiene 8 años.
“ES MÁS BARATO Y ACCESIBLE”
Para Cristian Ávalos, psicólogo de la Secretaría Nacional de la Niñez y la Adolescencia (SNNA), los niños en situación de calle cambiaron la cola de zapatero por el crack, porque el mismo se consigue con más facilidad y es más barato.
En este sentido ÚH publicó que en zonas como el barrio Chino, en Ricardo Brugada, a metros de Parlamento Nacional, una pepita de crack se consigue desde G. 5.000.
Ávalos manifestó además que las zonas más golpeadas por esta droga son el barrio de La Chacarita y el sector de Cuatro Mojones, en el límite de Asunción.
Según su experiencia laboral con los chicos, comentó que es difícil trabajar con los adictos al crack, ya que esta droga tiene un efecto nefasto en su organismo y la dependencia es muy fuerte.
Otra característica resaltante menciona que los niños llegan a consumir crack sin pasar por el cigarrillo o la marihuana, tal como acontecía anteriormente.
Según la doctora Lis Kreitmayr, de la Dirección de Toxicología de la cartera de Salud Pública, como el crack es el residuo del proceso de elaboración de la cocaína, sus componentes son muy dañinos.
En seis meses de consumo prolongado puede ocasionar daños muy severos en el organismo y en el sistema nervioso central.