Por Estela Ruiz Díaz
El estudio del Presupuesto General de la nación desató fuertes enfrentamientos. Los protagonistas son los legisladores versus legisladores y legisladores versus gremios de la salud.
La historia comenzó en la Cámara de Diputados que además de autoasignarse vergonzosos aumentos de cupos de combustible, salarios y liberación impositiva para la compra de lujosos vehículos, había aumentado el presupuesto para el sector de la salud.
El proyecto fue al Senado que el miércoles le dio un tratamiento aceleradísimo a la ley más importante de la nación. A tontas y a locas aplicaron la tijera.
Pero más allá de esta desprolijidad legislativa, el hecho que desató la tormenta fue el recorte de unos 170 mil millones de G. otorgados al Ministerio de Salud. A esto se sumó otra amputación al presupuesto del Hospital de Clínicas, el amparo y reparo de los pobres.
Los trabajadores de blanco reaccionaron con una fuerte protesta, llegando incluso a sitiar el Congreso. Médicos, enfermeras y estudiantes de Medicina hicieron una cadena humana y dejando “presos” a los senadores por casi cuatro horas.
La respuesta policial no se hizo esperar. Los cascos azules intentaron despejar el área aplicando la violencia. Los uniformados repartieron cachiporras y los manifestantes hicieron lo suyo rompiendo autos de los legisladores.
En una actitud absolutamente condenable, el senador colorado Bader Rachid Lichi sacó un arma para abrirse paso entre los estudiantes. Al día siguiente se disculpó: “En un momento de irracionalidad uno comete cualquier cosa. Yo también estaba siendo atacado”.
Hubo errores de estrategia de todas las partes, pero sobre todo de los manifestantes. Es difícil controlar los ánimos caldeados y así les fue a los gremios de la salud que indiscriminadamente aplicaron las pedradas a los lujosos autos de los parlamentarios. La mayoría de los vehículos que rompieron fue de los diputados, sus aliados en materia de aumento presupuestario. La respuesta no se hizo esperar y en represalia estos dijeron que aceptarán los recortes que aplicó Senado. Hasta el diputado Héctor Lacognata, ex luchador del hospital de Clínicas, salió a criticar a los manifestantes. El fue una de las víctimas, ya que su automóvil fue también destrozado.
No se debe perder la perspectiva de la situación.
Los legisladores no pueden seguir repitiendo todos los años la misma irresponsabilidad a la hora de hacer cuentas en el Presupuesto de la Nación. No pueden autoasignarse privilegios (caso Diputados) y recortar rubros sensibles para el país como salud y educación. No pueden privilegiar los fondos reservados del presidente (una caja chica bastante grande que no tiene control) a costa de necesidades más importantes para la población.
En algún momento se debe tomar más en serio el análisis de esta ley de la que el país depende cada año. El sentimiento antiparlamentario de la población responde a este tipo de reincidencias.
En la otra vereda se ubican los gremios de la salud. Tanto en la época de la dictadura como en toda la transición, este sector mostró su vena combativa. Es el que más pelea su presupuesto y el que más éxitos tiene cada año gracias a su capacidad movilizadora.
Pero esta vez se les fue la mano. Apedrear automóviles y sitiar a los senadores no fue una decisión inteligente.
Sabemos que los congresistas son impopulares. Que cada crítica e incluso una acción violenta contra los mismos tendría la venia de una gran parte de la sociedad. Los manifestantes saben que cada pedrada que rompe las camionetas 4x4 de Julio Colmán, Galaverna o Víctor Bogado recibirá aplausos.
Pero no es el camino. La violencia nunca es el camino para lograr los objetivos.
Los gremios de la salud perdieron a sus aliados diputados porque no supieron controlar a sus muchachos. Ahora les espera la titánica tarea de convencer, sobre todo a la bancada colorada, que decidió tomar represalias aceptando los recortes que aplicó el Senado.
DE REFILÓN. Además del debate sobre las sumas y restas del presupuesto, la manifestación del miércoles arrastró al jefe de Policía, comisario Fidel Isasa. Su pecado: no pudo controlar a los manifestantes que sitiaron por cuatro horas a los senadores.
El jefe policial está en la lista de ascensos. La nómina que hace un año está en el freezer a raíz de la crisis política entre el bloque opositor y el presidente. Ahora que se destrabó el tema, Isasa se quedará con las ganas. Y no por decisión opositora. Es que la misma bancada colorada, capitaneada por Galaverna, informó a Nicanor que no le darán el ascenso.
La semana entrante será clave para el Presupuesto. A raíz del impacto del recorte a salud y sus derivaciones, pasaron casi desapercibidas decisiones del Senado que dieron mayor racionalidad a la ley: recortó los privilegios para los parlamentarios y estableció control a los fondos sociales de Itaipú y Yacyretá, que se utilizan en forma vergonzosa en la campaña colorada.