El 10 de enero de 1957 la comunidad cultural mundial despedía a la chilena Gabriela Mistral, quien había venido al mundo como Lucía Godoy Alcayaga. La escritora, que llegó a la fama por sus poemas, falleció tras una larga enfermedad en el Hospital General de Hempstead, en Nueva York.
Su funeral fue una verdadera apoteosis. El pueblo chileno rindió homenajes a la mujer nacida el 6 de abril de 1889 en Vicuña, pequeña población del valle de Elqui. Todo el continente lloró su muerte, al igual que gran parte del mundo.
Hija del maestro de escuela Juan Jerónimo Godoy y de la modista Petronila Alcayaga, su infancia transcurre entre las aldeas de La Unión y Montegrande. Las canciones campesinas, el ambiente de su humilde y desolada casa rural, y las enseñanzas de su hermanastra Emelina fueron las principales influencias que la marcaron: montañas, ríos, frondosos árboles, frutas, pájaros y flores de colores fantásticos que inundaron su mundo poético.
Desde su niñez conoció el dolor. A sus 11 años fue sacada de la escuela a pedradas por sus compañeras, acusada de robar un material didáctico. A los 15 años publicó sus primeros versos en la prensa local y empezó a estudiar para maestra.
En 1906 se enamoró de un modesto empleado de ferrocarriles, Romelio Ureta, quien se quitó la vida, dejándola sumida en la tristeza, razón de la que nacieron sus más importantes versos.
POETISA Y MAESTRA. Trabajó como maestra en el interior chileno. Su consagración poética se dio en 1914, al ganar un concurso con “Los sonetos de la Muerte”. Allí nació Gabriela Mistral. Una década más tarde abandonó el magisterio para actuar como representante de Chile en el Instituto de Cooperación Intelectual (S.D.N).
Fue consulesa en Nápoles y Lisboa. Al volver a su patria, colaboró decisivamente en la campaña electoral del Frente Popular (1938) que llevó a la presidencia de la república a su amigo de juventud P. Aguirre Cerda.
Gabriela Mistral fue premiada con el Nobel de Literatura en 1945 y viajó por el mundo entero. Recién en 1951 volvió a su país, para recibir el Premio Nacional. Sus poesías son conocidas por ser “más de la tierra que del aire”, por su relación entre las personas, la naturaleza y la cultura.
“Una extraordinaria alma universal”
Para muchas personas en el mundo, Gabriela Mistral fue el camino o la puerta grande hacia la literatura. En Paraguay, una de sus grandes seguidoras es la también poetisa Gladys Carmagnola, quien la define como “una gran chilena, excepcional americana y extraordinaria alma universal”.
Carmagnola admira a Mistral porque considera que ésta llegó realmente a la poesía pura, sobre todo para los niños. “Gabriela hizo conocer su amor a los niños a través de la enseñanza, así como dio a conocer su poesía dolorosa”, comenta.
“Me atrajo su labor de maestra y esa expresión suya que utilicé copiándole, que habla del oficio lateral, de la escritura como oficio, con una firme meta de que el ser humano no debe ser mirado cuando grande, sino cuando niño”, añade.