13 feb. 2025

Habla la protagonista de una represión que recorrió el mundo

Las fotos de la joven Celeste Gómez al ser salvajemente golpeada por los cascos azules se publicó en varios medios internacionales. Otro policía la salvó. Aquí cuenta su historia.

Por Cristian Cantero
ccantero@uhora.com.py
"¡¡No estoy haciendo nada!! ¡¡Por favor, no me golpeen!!”, era el grito desesperado de Celeste Gómez (25), mientras intentaba ponerse en pie tras haber caído en medio de un pelotón de cascos azules que empezaban a repartir golpes que le dejaron marcas en todo el cuerpo. En seguida, uno de policías del mismo grupo que la estaba golpeando la levanta y la ayuda a ponerse a salvo.
Ocurrió el lunes a la tarde, cerca del supermercado Ycuá Bolaños. La foto de la chica al ser golpeada apareció ayer en el diario Clarín de Buenos Aires y en varios otros periódicos del mundo, en dramáticas secuencias distribuidas por la agencia EFE.
Bastante dolorida por los golpes, Celeste no dejó de acudir al día siguiente a su puesto de trabajo en la organización Transparencia Paraguay, donde relata a ÚH cómo quedó atrapada en medio de la confrontación callejera entre los manifestantes y la Policía.
“Fui al lugar porque escuché en la radio y vi en la televisión todo lo que estaba ocurriendo, además tenía varios conocidos entre los manifestantes. Pero lo que más me motivó fue la indignación que sentía por tanta injusticia delante de tantas muertes”, señala.
Apenas llegada al lugar, junto con su novio, comenzaron a sufrir el ataque policial con los gases lacrimógenos. “Avanzamos para buscar a mis amigos y nos acercamos hasta donde estaba el depósito del supermercado. En ese momento comenzamos a presentir que iba a ocurrir algo porque la Policía se agrupaba, así que retrocedimos hacia la avenida Fernando de la Mora, momento en que de ambos lados empieza la represión y yo me quedo al final de los grupos, que iban avanzando por la calle”, afirma.
Mientras empezaba a correr, cae y recibe una lluvia de golpes. “Todos los policías que pasaban me golpeaban. Lo que hice fue gritar que no estaba haciendo nada. En ese momento viene un policía y me lleva del brazo. Lo único que me dijo fue que tenía que salir de ahí. Así que aceleré el paso y entré a una casa particular”, afirma.
Un reportero gráfico la reconoce y le dice que vieron cómo le estaban pagando. “Fue un momento en el que nos solidarizamos todos y antes de salir le agradecimos a la dueña de casa que nos atendió. La verdad, fue muy emocionante vivir eso”, destaca.