Si bien al terminar la misa central los peregrinos atropellaron el Ykua para llenar sus botellas y termos con agua bendita, luego la situación fue controlada con la implementación de un cordón policial que permitió que todos los peregrinos vuelvan a casa con el líquido santo sin sufrir en demasía en el intento.
Los policías apoyaron la gestión de 30 apóstoles de la Virgen de Caacupé para el ordenamiento del lugar sacro.
Sobre el Ykua, Miguel Larrosa exhortó a la gente a tener calma porque había agua para todos y destacó el trabajo en conjunto con los efectivos de la Policía Nacional, quienes a pesar del calor pudieron dar cumplimiento al nuevo sistema de distribución de agua.
Derlis González, de Curuguaty, aplaudió el orden en el segundo lugar más concurrido durante la fiesta mariana de Caacupé. El devoto de la Virgen valoró que si bien la gente está sudando un poco más de la cuenta para llevar un poco de agua, “todo vale la pena para cumplir con la Virgen”.
También hubo quejas, como las de la devota Alicia Insfrán, quien criticó la larga espera por el agua. “Estamos hace una hora esperando con mis dos bidones de cinco litros para llevar a Formosa”.
La aglomeración de feligreses fue mayor como es habitual en el histórico Ykua. La gente prefiere el agua del manantial que de las cuatro fuentes colocadas en el patio del viejo templo de Caacupé para evitar las tediosas esperas.