Es propio de la generosidad saber olvidar con prontitud los pequeños agravios que se pueden producir durante la convivencia diaria; sonreír y hacer la vida más amable a los demás, aunque se estén padeciendo contradicciones; juzgar con medida ancha y comprensiva a los demás; adelantarse en los servicios menos agradables del trabajo y de la convivencia; aceptar a los demás como son, sin estar excesivamente pendientes de sus defectos; un pequeño elogio, con el que, en ocasiones, podemos hacer mucho bien; dar un tono positivo a nuestra conversación y, si es el caso, a alguna posible corrección que debamos hacer; evitar la crítica negativa, frecuentemente inútil e injusta; abrir horizontes –humanos y sobrenaturales– a nuestros amigos, etc.
El papa Francisco a propósito del Evangelio de hoy “Este episodio nos muestra ante todo la comunicación como un diálogo que se entrelaza con el lenguaje del cuerpo. En efecto, la primera respuesta al saludo de María le da el niño saltando gozosamente en el vientre de Isabel. Exultar por la alegría del encuentro es, en cierto sentido, el arquetipo y el símbolo de cualquier otra comunicación que aprendemos incluso antes de venir al mundo.
El seno materno que nos acoge es la primera “escuela” de comunicación, hecha de escucha y de contacto corpóreo, donde comenzamos a familiarizarnos con el mundo externo en un ambiente protegido y con el sonido tranquilizador del palpitar del corazón de la mamá?
Este encuentro entre dos seres a la vez tan íntimos, aunque todavía tan extraños uno de otro, es un encuentro lleno de promesas, es nuestra primera experiencia de comunicación. Y es una experiencia que nos acomuna a todos, porque todos nosotros hemos nacido de una madre... permanecemos en un “seno”, que es la familia. Un seno hecho de personas diversas en relación; la familia es el “lugar donde se aprende a convivir en la diferencia”.
(Del libro Hablar con Dios, Francisco Fernández Carvajal).