CIUDAD DEL ESTE
En el corazón del Área 2 de Ciudad del Este, donde antaño la selva reclamaba cada centímetro de tierra y el progreso era apenas un sueño, hoy se alza un portal al pasado donde los juguetes, los carteles y las radios de otra época siguen vivos, esperando ser recordados. Ese refugio del tiempo se llama Garage Retro, y su creador es Raúl Leiva, un hombre cuya pasión por la historia y la memoria colectiva lo llevó a destinar un espacio de su casa donde es posible viajar hacia los años dorados de la ciudad.
Raúl no es un coleccionista cualquiera, es hijo del capitán Daniel Leiva Garelik, pionero que llegó a esta parte del país en la entonces ciudad Presidente Stroessner. Creció rodeado de mapas, cámaras y anécdotas de una ciudad en construcción.
Su padre, primer topógrafo y fotógrafo del municipio, también dirigió la primera escuela de teatro del Alto Paraná en 1978. De esa herencia nace la curiosidad y la sensibilidad artística que hoy definen a Raúl. “Desde chico me fascinó guardar cosas”, recuerda con una sonrisa al señalar que su padre llegó en los años cincuenta, cuando todo esto era selva. “Con él aprendí a mirar la ciudad con otros ojos. Creo que de ahí viene eso de querer guardar, de no olvidar”.
Y vaya que sí lo hizo. Desde 1984 comenzó a coleccionar estampillas, monedas, latas de gaseosas, juguetes, revistas, fotografías, relojes y toda clase de objetos que marcaron generaciones.
Hoy, su Garage Retro –un espacio cálido, atiborrado de memoria– guarda más de cinco mil piezas, cada una con una historia propia.
LA COLECCIÓN. En una estantería, un yoyo con el logo de ET comparte lugar con botellitas de vidrio de los años setenta. En otra, una réplica del DeLorean de Volver al futuro recuerda los días en que Raúl y sus amigos fueron al cine Ópera en 1985 a ver por primera vez la película.
“La vi en 1985, con un grupo de amigos. Éramos adolescentes y salimos maravillados. Desde entonces, colecciono todo lo que tenga que ver con esa trilogía”, cuenta mientras muestra una réplica del mítico DeLorean dentro de su casa rodante Motorhome VW Karmann Móvil 1982, otra pieza de colección con la que se moviliza por todo el país.
Lo que comenzó como un pasatiempo se transformó, con los años, en una obsesión noble, la de preservar la historia cotidiana de Ciudad del Este, esa que no aparece en los libros, pero sí en los objetos que marcaron la infancia de miles de esteños.
El Garage Retro no solo conserva objetos, también emociones. Cada estante es un recuerdo, cada pieza un fragmento del alma de una ciudad que creció con prisa y a veces olvidó detenerse a mirar atrás. “Quise juntar todo lo que teníamos en los años 70 y 80, esa época gloriosa de la ciudad comercial, de los carnavales, del patinaje por la avenida Monseñor Rodríguez, de los cines Ópera y Avenida…”, dice con nostalgia.
REVALORIZAR. La pasión de Raúl no se queda entre las paredes de su casa. Participa activamente en la Sociedad Paraguaya de Coleccionismo y en el grupo local Coleccionistas del Este, que cada año exhiben sus tesoros en la Noche de los Museos, evento nacional que busca revalorizar la historia y la cultura paraguayas. Este año, su colección se presentará en la Biblioteca Municipal, para que nuevas generaciones puedan asomarse a ese pasado que aún vibra entre radios antiguas, carteles de neón y discos de vinilo.
Pero Raúl tiene otra faceta, la del pionero del thrash metal paraguayo. En los años 80, cuando el acceso a la música era casi un acto de resistencia, formó Blood Expire, primera banda de estilo metal del Alto Paraná, con la que llegó a grabar una canción en el primer material de rock nacional del país. “Éramos jóvenes, teníamos 18 años y el sueño de tocar metal en plena dictadura. Fue difícil, pero lo logramos. Nuestro nombre está en los libros de la historia del rock paraguayo”, dice orgulloso.
Ahora, entre su bajo de cinco cuerdas y afiches de películas ochenteras, Raúl planea escribir un libro, su próximo proyecto, titulado Misceláneas de mi ciudad, donde piensa volcar los recuerdos de su generación y las historias que nacieron entre el río Paraná y la frontera.
Raúl Leiva no solo colecciona objetos, colecciona instantes de vida. Su Garage Retro no es un museo estático, sino un homenaje vivo a la memoria de Ciudad del Este y a una época en la que todo parecía posible.
Un refugio donde el tiempo, simplemente, no pasa.