Para que la educación se convierta por fin en una prioridad esencial para los gobernantes, estos deben entender que solamente a través de ella el país podrá salir adelante y superar los índices de bajo desarrollo y desigualdad, que lamentablemente caracterizan al Paraguay.
Existe, sin embargo, una condición que no se puede seguir soslayando, y es que se deben admitir los errores y asumir la realidad para poder superar las actuales condiciones de abandono y precariedad en las que se desenvuelve la educación. Contamos con recursos, pero es la penosa verdad que estos no han sido gestionados responsablemente.
Es por eso que actualmente, en pleno siglo XXI, existen en el Paraguay 11.983 salas de clase en mal estado. De acuerdo con un informe del Sindicato Nacional de Directores (Sinadi), en el que se señala que hay 250 aulas que se encuentran en peligro de derrumbe, de estas, 34 son galerías con 3 o 4 salones cada una.
Según los directores, hay más sanitarios en mal estado que salas de clase, sumando un total de 2.855 baños en pésima situación, donde 438 funcionan todavía con letrinas. Unas 140 instituciones no cuentan con el servicio de energía eléctrica y 157 carecen de servicios de agua potable.
Los directores dicen que se requieren 450 millones de dólares para solucionar estos problemas. Y el Ministerio de Educación se justifica con el argumento de que existen los recursos para invertir y mejorar la infraestructura escolar, para reparaciones o construcciones. Esto no obstante no responde a la realidad. Debemos recordar que se podría contar con los fondos del convenio de la Unión Europea para la mejora de la calidad y la política educativa, un convenio sumamente importante para el país, pero que desafortunadamente fue víctima de la campaña electoral y del ciego fanatismo de ciertos sectores que con mentiras pretenden rechazar dichos recursos. La continuidad de dicho convenio sigue en duda, bloqueado en el Parlamento Nacional. La ayuda de la Unión Europea podría aportar 3.600 millones de guaraníes para las tan necesarias reparaciones en escuelas y colegios de todo el país. Para esto requeriremos de toda la racionalidad y compromiso de los legisladores que conformarán el nuevo Congreso en pocos días más.
Pese a todo, la falta de recursos no es nuestro único problema como país. También se debe asumir que tenemos graves dificultades en la gestión de los recursos. El manejo de los fondos Fonacide es un claro ejemplo de esta situación.
Fonacide es el fondo de desarrollo creado para asignar en forma racional y eficiente los ingresos que el país recibe en concepto de compensación por la cesión de la energía de Itaipú al Brasil. Por lo tanto, hay millones de guaraníes para la inversión, los cuales no siempre han sido gestionados con eficiencia.
De acuerdo con la organización anticorrupción ReAcción Paraguay, en diez años del Fonacide se desembolsaron USD 770 millones para todas las comunas del país. La Municipalidad de Asunción es uno de los municipios que más recursos recibieron, pero registra un atraso de cuatro años de ejecución. En el inicio del actual año escolar se denunció, entre otras cuestiones, que la administración de Óscar Rodríguez ni fue capaz de culminar la construcción de un pequeño sanitario en la escuela pública Sotero Colmán del Bañado Sur. Este es todo un ejemplo de la pésima gestión de estos fondos.
Todos estos datos y esta información conducen a la misma conclusión, y es que la educación debe convertirse en una prioridad real. Ya basta de discursos y excusas. Solamente una educación de calidad para los niños, adolescentes y jóvenes hará posible que el Paraguay pueda superar sus niveles de pobreza y desigualad.