Cumpliendo un protocolo largamente elaborado y discutido por autoridades y pobladores, con límites de horarios establecidos, los ciudadanos brasileños pudieron volver a ingresar a nuestro país a realizar sus primeras compras, como también los paraguayos pudieron cruzar a las localidades de la nación vecina para realizar sus gestiones. Igualmente, muchas personas que tenían una actividad laboral al otro lado de la frontera antes de la crisis, pudieron volver a retomar sus antiguas funciones.
Aunque el movimiento del primer día fue aún reducido, en comparación al dinamismo comercial y económico que se registraba antes de la pandemia, se espera que vaya aumentando en los próximos días.
Hay que entender además que la reactivación económica no se dará solamente con la simple apertura fronteriza, ya que existen muchos emprendimientos, principalmente en el área de las micro, pequeñas y medianas empresas o mipymes que han debido cerrar sus puertas o se encuentran prácticamente en quiebra, por lo que requerirán de programas especiales de apoyo crediticio y de un acompañamiento dirigido por parte de organismos del Estado para poder recuperarse.
La jornada vivida ayer trajo una comprensible alegría a los comerciantes y pobladores fronterizos, abriendo de este modo una esperanzadora perspectiva para la reactivación de la economía en dichas regiones, pero al mismo tiempo instala una mayor preocupación sobre los posibles aumentos de contagios del Covid-19 que pueden ser ocasionados debido a las aglomeraciones de personas y al ingreso masivo de extranjeros, ya que la pandemia no ha cesado y el Brasil es uno de los países con mayor cantidad de casos.
Aunque las autoridades sanitarias y de controles de seguridad deben seguir cumpliendo con mucho mayor celo sus funciones, con la medida adoptada por los gobiernos de Brasil y Paraguay la responsabilidad de evitar una nueva crisis sanitaria queda principalmente en manos de la ciudadanía.
Es necesario apelar a la conciencia de la gente para no arrojar por la borda todo el sacrificio que hubo que hacer hasta ahora, evitando un mal mayor.
Lavarse las manos con frecuencia, desinfectarse, usar mascarilla, guardar el necesario distanciamiento físico, extremar los cuidados de higiene y cumplir los protocolos constituyen la clave. A no olvidarlo. Al mismo tiempo, los responsables de comercios en general deben cumplir con proveer los insumos necesarios para las buenas prácticas de prevención. Cuidarnos a nosotros mismos es también cuidar a los demás.