A veces uno se despierta sintiéndose un perfecto idiota. Supongo que eso les sucede a muchos de vez en cuando. Ocurre que a mí me anda pasando con mucha frecuencia. Lo atribuyo a la comprobación de que hay gente que gana mucho más que yo, con menos esfuerzo, preparación y riesgos. Casi todos ellos son unos caraduras, ya lo sé.
Pero que esos mismos caraduras te consideren un idiota ya es demasiado. Me sentí idiota al enterarme que el diputado colorado Jorge Baruja se fue de vacaciones a Cancún con dinero público. Se llevó más de veinte millones de guaraníes entre viáticos y pasajes con la mentira de asistir a un congreso sobre la menopausia. De por sí, sería absurdo gastar la plata de los contribuyentes en un tema sin relevancia parlamentaria. Pero, fue peor: la prensa comprobó que el congreso se hizo tres meses después. Entonces, con atraso de siete meses, el diputado devolvió el dinero. Si no se hubiera publicado, no lo hubiera hecho.
Baruja se dio el lujo de enojarse cuando los periodistas lo inquirieron sobre el motivo de su viaje al Caribe. “Yo no quiero hablar de mi vida privada”, dijo, con cara de cemento armado. Vida privada con dinero público, vaya gracia.
¿Cree usted que habrá algún castigo para esta estafa? Espere sentado, pues en este país basta con devolver el dinero mal habido para que el delito quede olvidado. ¿O se ha olvidado usted de la doctora Perlita? Ni siquiera estoy seguro que el diputado Baruja pague algún costo político. Es probable que su fiel electorado de Paraguarí lo reelija. Estoy tentado de tratarlos de idiotas a los que lo votan, pero enseguida recuerdo que aquí el idiota soy yo.
Es injusto que me ensañe con Baruja. Se le fue la mano, pero es uno más entre muchos. Su correligionario Purificación Morel se hizo pagar un viaje a Colombia a un congreso religioso. A Carlos Portillo –que no califica para idiota porque en realidad es un vivo– le pagamos el Año Nuevo en Las Vegas para participar de un seminario sobre un tema del que no guarda memoria. El liberal Héctor Lesme conoció en menos de un año Colombia, Panamá, Holanda, México, Argentina, República Dominicana, Inglaterra, Kuwait y los Emiratos Árabes. Viajecitos pagados por usted, amigo/a contribuyente. Usted, cuya cara no conozco, pero que empieza a parecerse a mí.
¿Oyó hablar de doña Esmérita Sánchez? Yo tampoco. Es diputada, pero casi no habla. Eso sí, viaja mucho. En sus viajes a México, República Dominicana, Argentina, Francia, Taiwán y España lleva gastados en viáticos casi cincuenta millones de guaraníes. De su plata y de la mía, apreciado/a colega. Sí, porque yo me siento idiota, pero no me siento solo.