29 mar. 2024

Es urgente la transformación del sistema de transporte público

La crisis del precio de los combustibles como una consecuencia de la guerra en Ucrania encuentra desprevenidas una vez más a nuestras autoridades. El discurso de que somos un país con abundante energía limpia gracias a las hidroeléctricas ya no se sostiene, pues seguimos siendo dependientes de un tipo de combustible que nosotros no producimos. Necesitamos un sistema de transporte electrificado, bien estructurado, que represente menos costos y que incida en el cuidado del medioambiente y del bienestar de los ciudadanos.

Se habla mucho de la transición energética, pero ¿tiene el Paraguay un plan de uso de la energía limpia que produce? Actualmente, del total de la energía que se consume, un 44,2%, proviene de la biomasa, carbón, madera o alcohol; los combustibles fósiles representan un 15,7% y la energía eléctrica un 44,2%. De todas las fuentes de energía que consumimos, solamente la eléctrica no tiene impacto negativo sobre el ambiente.

Sin embargo, somos absolutamente dependientes de los combustibles de origen fósil y con eso también estamos subordinados a la inestabilidad del mercado, el cual reacciona ante situaciones particulares como el actual conflicto bélico en Ucrania.

La crisis que se vino tras la pandemia del Covid todavía no está superada, y vivimos momentos críticos por la suba de precios, escenario avivado por el vaivén del precio del petróleo y sus consecuencias de aumentos en todos los rubros, fenómeno que se propaga rápidamente como un incendio.

Uno de los ámbitos en los que impacta en forma particular esta situación es en el transporte. Al ciudadano le cuesta más caro movilizarse si posee un vehículo, pero al ciudadano dependiente del transporte público también le afecta. En este caso, le afecta doblemente pues en algún momento el precio del boleto del transporte puede aumentar, pero más que nada le afecta la falta de planes y de políticas públicas que contemplen un sistema de transporte público que sea barato, accesible y respetuoso de la dignidad de los usuarios.

Paraguay ha desperdiciado durante décadas uno de sus principales recursos, la energía limpia y abundante que producen las hidroeléctricas. Nuestra realidad con los cortes de luz que afectan a la población y el impacto que supone usar energía más cara en la industria y en el transporte hablan a las claras de desinterés e incapacidad de sucesivos gobiernos para sacar ventajas de estos recursos y ponerlos al servicio del país.

Recientemente, la Cámara de Diputados sancionó el proyecto de ley “De incentivos y promoción del transporte eléctrico en el Paraguay”, cuyo objetivo es establecer las normas que regulen la promoción y el fortalecimiento de las políticas públicas de incentivo para el uso del transporte eléctrico. Se establece la creación del Fondo de Promoción del Transporte Eléctrico, que será solventado con el 10% de lo recaudado en el impuesto selectivo al consumo a los combustibles, recursos que serán administrados por el Ministerio de Obras Públicas para financiar el desarrollo del Plan Nacional de Transporte Eléctrico. Hasta se habla de que está siendo elaborado el plan maestro de movilidad eléctrica para el transporte público urbano y logístico.

Es de esperar que este proyecto se haga realidad en el corto plazo, y no sufra el mismo costoso final que el Metrobús. Los paraguayos tienen derecho a que el Estado les provea un servicio de transporte decente, que no contemple buses chatarra, reguladas a conveniencia de los empresarios; unidades nuevas, cómodas y especialmente un servicio eficiente que cubra las necesidades de la población.

La electromovilidad de la que tanto se habla ahora no es reciente en el mundo, pero sí para el Paraguay, que sigue viviendo atrasado respecto a países de la región que saben que proveer un buen sistema de transporte público es una inversión.

El discurso de que somos un país con abundante energía limpia gracias a las hidroeléctricas ya no se sostiene, pues seguimos siendo dependientes de un tipo de combustible que nosotros no producimos. Necesitamos un sistema de transporte electrificado, bien estructurado, que represente menos costos y que incida en el cuidado del medioambiente y del bienestar de los ciudadanos.

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