25 abr. 2024

Es hora de resolver el drama de los damnificados por el río

Cada vez que asoman las inundaciones de las poblaciones ribereñas, además del drama que afecta a las personas expulsadas de sus precarias viviendas a lugares más altos y seguros constituidos por espacios públicos, emergen también los viejos males de estas situaciones: improvisaciones, falta de recursos, escasez de albergues y situaciones similares. Todo esto queda englobado en la insensibilidad e incapacidad de las autoridades que hasta ahora no han encontrado una respuesta global mínimamente razonable para evitar que las personas de los bañados sigan sufriendo un calvario de nunca acabar. La creciente no solo desnuda la tragedia de numerosos compatriotas, sino una tragedia mayor: la falta de voluntad política para resolver el problema de los más carenciados.

Cada vez que las aguas del río Paraguay salen de madre se visibilizan situaciones que no por repetidas y harto conocidas hay que dejar de mencionarlas.

Al contrario, es imprescindible insistir con la esperanza de que alguna vez la fuerza de las palabras terminará generando el efecto deseado.

Debido a las últimas lluvias de octubre, el nivel de las aguas ha sobrepasado, una vez más, sus límites tradicionales para inundar las precarias viviendas de los ribereños y obligarles a buscar refugio en lugares públicos de Asunción. A raíz de ello, no es nada nuevo en el panorama capitalino ver cómo regresan a las plazas aquellos que hace muy poco tiempo las habían abandonado para retornar a sus asentamientos anteriores.

En todos estos años ni siquiera se ha podido contar con albergues que recojan a los que se ven obligados a dejar los lugares en los que sobrevivían precariamente.

A la par de ello, lo que vuelve a desnudar la situación que se presenta es que a lo largo de 30 años, después de la dictadura, pasaron varios presidentes de la República, ministros, parlamentarios, gobernadores, intendentes y concejales municipales sin que en ninguna de esas instancias de poder, hasta hoy, se haya fortalecido un proyecto sustentable para remediar definitivamente el drama de los inundados.

Podría decirse que la avenida Costanera forma parte de un plan de solución, pero atendiendo a lo que se ha venido dando, es evidente que responde más a la necesidad imperiosa de descongestionar el tránsito vehicular asunceno antes que a la idea de blindar a los que viven en las orillas del río de las consecuencias de su creciente.

Ahora que hay un nuevo Gobierno nacional, es urgente replantearse la situación de los damnificados por las inundaciones en todo el Paraguay –porque la creciente no es un mal exclusivo de Asunción y las ciudades circunvecinas con costa sobre el río– y, con los gobiernos locales, proponiendo soluciones prácticas y sustentables en el tiempo. El recientemente creado Ministerio de Desarrollo Social –que sustituye a la Secretaría de Acción Social (SAS)– puede liderar el emprendimiento.

De nada valdrá argüir que no hay medios económicos. De sobra se ha visto que cuando hay voluntad política y consenso para alcanzar determinados propósitos el dinero aparece. Tantos años de injusticia merece una pronta y eficaz reparación.

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