18 feb. 2025

Enfermos mentales viven a su suerte en las calles del Este

Por Wilson Ferreira
CIUDAD DEL ESTE
En las localidades de Alto Paraná no existe una política de salud pública destinada a los enfermos mentales. En la zona de Ciudad del Este –su capital– los afectados por problemas siquiátricos a diario son víctimas de abusos de todo tipo, incluso sexuales. Como consecuencia, muchas mujeres quedan embarazadas y nadie sabe el destino final de sus hijos, mientras que otros enfermos viven abandonados a su suerte en las calles de la ciudad.
Según denuncias, entre las personas que se encuentran en esta situación también hay numerosos brasileños.
La iniciativa pública que se conoce en la zona es la existente en el Hospital Regional, donde desde el 2003 está en marcha un programa de salud mental con el apoyo de un sicólogo, una siquiatra y un neurólogo.
Sin embargo, estos profesionales solo realizan consultas en el lugar, por lo que aquellos pacientes que no pueden acudir hasta el nosocomio están fuera del programa. Tampoco existe un pabellón especial destinado para estos pacientes y mucho menos para internarlos.
Con esta política –según explicaron las autoridades sanitarias– el Ministerio de Salud busca presionar para que los parientes de los enfermos mentales se responsabilicen del paciente.

ABANDONADOS. La situación es preocupante en Ciudad del Este, puesto que diariamente se observa a estas personas circular sin rumbo por las calles del casco céntrico. Algunos presentan visibles disturbios e incluso actúan con violencia. En la región sanitaria no hay albergues para ellos y las autoridades tampoco presentan planes para su debida atención.
El Hospital Regional muchas veces actúa de improvisado albergue. En este momento hay enajenadas mentales que viven allí al cuidado de médicos y enfermeras.
Entre ellas está una mujer, de alrededor de 40 años, robusta, que hace unos 10 años recorre las calles de la ciudad. Generalmente ella lleva piedras en sus manos y, a gritos, amenaza a quienes pasan a su lado.
Como esta mujer hay otras tantas con trastornos mentales que recorren juntando latas, pidiendo limosnas o simplemente caminando por la ciudad. Como no tienen ningún tipo de documentación, es difícil determinar cómo se llaman y si tienen algún pariente en la zona.
Pese a que el problema es real y visible para todos, en esta zona del país no existe albergue alguno donde puedan ser asistidas las personas con este tipo de trastornos y que están abandonadas por sus familias o no las tienen.