Esta igualdad establecida en nuestra Ley Suprema, implica que todos debemos estar sometidos a la misma ley, sin que haya privilegios de ningún tipo para las personas.
El caso del ex jugador Ronaldinho –actualmente noticia mundial– hizo que el Ministerio Público y el Poder Judicial estuvieran bajo la lupa del planeta. Y es aquí donde, lastimosamente, tuvimos una actuación dispar en el proceso.
Es que, en principio, al requerir la fiscalía una salida procesal que no correspondía por el solo hecho de ser uno de los ex futbolistas más famosos y queridos, sumado a las selfies que se sacó con policías y funcionarios que le investigaban, hicieron que nuestro país se viera en ridículo en el exterior.
Por suerte, esta vez, la Justicia se plantó y no hizo de pasamanos de los fiscales. Le dio el trámite de oposición, con lo que señaló que no estaba de acuerdo con la salida procesal requerida.
Ante la resolución del juez, además de la crítica en redes sociales y medios de comunicación, a más del Jurado de Enjuiciamiento, al final, para no pasar por flojos, el Ministerio Público pasó al otro extremo, de ser inquisitivos en exceso, lo que deja también al Paraguay como que abusa de la prisión preventiva y que hasta discrimina al extranjero.
Por supuesto los extremos no son buenos. Pero, analizando fríamente lo ocurrido, es evidente que no se cumplió el principio de igualdad ante la ley, lo que socavó los cimientos de nuestro estado de derecho. Sí, parece exagerado de mi parte, pero aquí lo que debía hacerse es simplemente aplicar la ley. Es por eso que la diosa Astrea tiene vendados los ojos, para no ver a quién le aplica la vara de la Justicia.
Si en la causa desde el principio se hubiera aplicado la ley, no tendríamos ahora una situación de extremo rigorismo de tener presos a los mediáticos imputados (Ronaldinho y su hermano), por un delito que tiene pena de hasta 5 años o multa. Podría incluso haber tenido una salida alternativa –aclaro, no el criterio de oportunidad– pero podría ser otra.
Con ello, la actuación de la Fiscalía, y la Justicia, hizo que el caso pasara a ser ya una cuestión de Estado. El ministro del Brasil se metió a mediar, al ver que la situación se volvió injusta con uno de sus máximos ídolos futbolísticos.
Sin embargo, esto, a su vez, despertó también en algunas personas el tradicional nacionalismo, donde salieron a decir que no podíamos hacer siempre lo que el Brasil dice, algo que es cierto la mayoría de las veces.
La cuestión es que de flojos, pasamos a ser fanáticos. Que el ministro se metiera no quiere decir que no tuviera razón. No hay que perder de vista que el derecho es sentido común.
En otras palabras, no podemos dejar pasar graciosamente un hecho punible sin sancionarlo, pero tampoco agravar luego innecesariamente la cuestión al punto de ser draconianos.
Debemos darle la justa medida a las cosas. El ex futbolista fue imputado por uso de documentos públicos de contenido falso. No fue por asociación criminal, ni por lavado ni por otra cosa.
El argumento fiscal de que estos cargos “podrían darse” durante la pesquisa no sirve, ya que si tienen elementos deben imputarlo. Así de simple. El juez debe también tener en cuenta ese cargo y no otros que “podría” tener. Se juzgan por hechos concretos, no por posibilidades.
Tanto la Fiscalía como el Poder Judicial deberán ser justos, y darle el tratamiento debido al caso ya que estamos en la mira mundial. Como siempre, el que pierde al final de cuentas en la causa es la Justicia, porque no se trata con igualdad a los procesados.