Benedicto XVI, que estuvo acompañado por miles de fieles católicos, dijo en el Coliseo Romano que es el momento de recordar a “los sufrientes”, de quienes se ocupa “un Dios que no es lejano, intocable, sino que tiene un corazón de carne. Que se ha hecho de carne para poder estar con nosotros, en nuestros sufrimientos”.
El Papa acompañó las catorce estaciones del Vía Crucis, una devoción católica que recuerda toda la pasión, muerte y sepultura de Jesucristo.
Por la tarde, el Papa había encabezado la liturgia del Viernes Santo en la Basílica de San Pedro.