Además, señala que la cantidad de miembros de familias de pequeños productores (menores de 20 hectáreas) se redujo de 1.598.724 a 646.112, un 60% menos en 31 años, según los datos que recoge de los Censos Agropecuarios de Paraguay.
“Existe una tendencia de disminución de empleos agrícolas, en especial por la necesidad de automatización de muchas labores, como una respuesta a la búsqueda de mayor eficiencia productiva reflejada en los costos marginales de producción (…). ¿Hacia dónde fueron los trabajadores agropecuarios? Estos datos muestran con claridad que las fincas agropecuarias hoy no tienen importancia en la generación de empleo”, cuestiona.
Añade que la población rural en Paraguay disminuyó de 42,8% a 38,7%, cuatro puntos porcentuales en apenas 15 años, cuando el promedio en los demás países de América Latina y el Caribe fue de 3%. Paraguay se distingue, junto a Costa Rica, República Dominicana, Haití y El Salvador, entre los países de la región con caída de proporción de la población rural entre 2004 y 2019, refiere sobre el punto.
“Para la sobrevivencia de la agricultura familiar campesina, la generación de empleos alternativos en la cercanía de la producción agrícola y animal es de extraordinaria relevancia para un desarrollo equitativo y armónico. Hay que hacerles ver a gobernantes y profesionales que la emigración y despoblación del campo hacia ciudades no es conveniente para ningún país”, resalta.
MOTIVOS DE LA MIGRACIÓN. De acuerdo con Birbaumer, muchas migraciones en el sector rural se ven impulsadas por eventos extremos, como catástrofes climáticas o conflictos armados, mientras que a otros los mueve la esperanza de una vida mejor. Indica que se estima que existen un total de 21 millones de emigrantes de origen rural en el continente sudamericano, que alegan como principal motivo del abandono de sus pequeñas fincas, las sequías, los temporales o la falta de tierra para cultivar, mientras que otros fueron reemplazados por máquinas inteligentes o robots.
Ante este último punto, advierte que las maquinarias podrían dejar sin trabajo a un 50% de la población mundial hasta el año 2050, aunque resalta la importancia que tiene también la maquinización en el sector agropecuario.
“No se puede negar que, por la automatización de muchas labores en la producción agrícola aquí y en el mundo, ha surgido una demanda creciente de oferta de servicios de mayor sofisticación en los territorios urbano-rurales, dado el cambio en la producción de alimentos, que pasará de productos de baja agregación de valor a alimentos más sofisticados”, rescata, al tiempo de señalar que la manutención y reparación de los equipos finalmente requieren de trabajadores altamente especializados y preparados.
”La modernización del sector agrícola en zonas rurales es un motor que puede contribuir en ciertas regiones a una transformación en un escenario de mayor automatización y demanda de trabajadores con altos niveles de educación y conocimientos técnicos específicos”, sugiere.
POBREZA EN EL AGRO. Birbaumer manifiesta que ante toda esta situación, el nivel de pobreza total de productores oscila en alrededor de 40% en años agrícolas con condiciones climáticas regulares, mientras que en años de situaciones climáticas desfavorables se eleva, afectando incluso al 55% y más, por lo que las fincas con menos de 20 hectáreas, alejadas y desconectadas de cadenas formales de venta, son insuficientes para un ingreso digno de productores.
Detalla que en Paraguay, hay zonas como Itapúa, parte de Alto Paraná, Misiones, Caaguazú, o Boquerón que experimentan un cambio estructural positivo, generando bienestar para los hogares rurales, pueblos y ciudades intermedias, con cultivos y productos de altos rendimientos, pero que en grandes regiones del interior del país aún existe una transformación rural “rezagada, de baja producción agropecuaria y sin retornos económicos, por lo que resalta la necesidad de que se implementen políticas públicas para la sobrevivencia de la agricultura familiar campesina.