17 ene. 2025

Empleos agropecuarios cayeron en más del 80% en últimos 30 años

El investigador austriaco Georg Birbaumer resalta los desafíos de la agricultura familiar ante la migración. La economista Verónica Serafini afirma que se suma el envejecimiento en el sector.

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Agricultura. El campo está siendo impulsado por varios trabajadores de la tercera edad.

AGRONLINE

Paraguay ante una encrucijada: Qué hacer con la agricultura familiar se denomina el nuevo libro del investigador austriaco Georg Birbaumer. En el material, se resaltan los desafíos del sector rural en la actualidad y lamenta que la cantidad de empleos permanentes y temporales en la agricultura y ganadería cayeron de 1.020.260 a 175.981 entre 1991 y 2022, es decir, 83%.
Además, señala que la cantidad de miembros de familias de pequeños productores (menores de 20 hectáreas) se redujo de 1.598.724 a 646.112, un 60% menos en 31 años, según los datos que recoge de los Censos Agropecuarios de Paraguay.

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“Existe una tendencia de disminución de empleos agrícolas, en especial por la necesidad de automatización de muchas labores, como una respuesta a la búsqueda de mayor eficiencia productiva reflejada en los costos marginales de producción (…). ¿Hacia dónde fueron los trabajadores agropecuarios? Estos datos muestran con claridad que las fincas agropecuarias hoy no tienen importancia en la generación de empleo”, cuestiona.

Añade que la población rural en Paraguay disminuyó de 42,8% a 38,7%, cuatro puntos porcentuales en apenas 15 años, cuando el promedio en los demás países de América Latina y el Caribe fue de 3%. Paraguay se distingue, junto a Costa Rica, República Dominicana, Haití y El Salvador, entre los países de la región con caída de proporción de la población rural entre 2004 y 2019, refiere sobre el punto.

“Para la sobrevivencia de la agricultura familiar campesina, la generación de empleos alternativos en la cercanía de la producción agrícola y animal es de extraordinaria relevancia para un desarrollo equitativo y armónico. Hay que hacerles ver a gobernantes y profesionales que la emigración y despoblación del campo hacia ciudades no es conveniente para ningún país”, resalta.

MOTIVOS DE LA MIGRACIÓN. De acuerdo con Birbaumer, muchas migraciones en el sector rural se ven impulsadas por eventos extremos, como catástrofes climáticas o conflictos armados, mientras que a otros los mueve la esperanza de una vida mejor. Indica que se estima que existen un total de 21 millones de emigrantes de origen rural en el continente sudamericano, que alegan como principal motivo del abandono de sus pequeñas fincas, las sequías, los temporales o la falta de tierra para cultivar, mientras que otros fueron reemplazados por máquinas inteligentes o robots.

Ante este último punto, advierte que las maquinarias podrían dejar sin trabajo a un 50% de la población mundial hasta el año 2050, aunque resalta la importancia que tiene también la maquinización en el sector agropecuario.

“No se puede negar que, por la automatización de muchas labores en la producción agrícola aquí y en el mundo, ha surgido una demanda creciente de oferta de servicios de mayor sofisticación en los territorios urbano-rurales, dado el cambio en la producción de alimentos, que pasará de productos de baja agregación de valor a alimentos más sofisticados”, rescata, al tiempo de señalar que la manutención y reparación de los equipos finalmente requieren de trabajadores altamente especializados y preparados.

”La modernización del sector agrícola en zonas rurales es un motor que puede contribuir en ciertas regiones a una transformación en un escenario de mayor automatización y demanda de trabajadores con altos niveles de educación y conocimientos técnicos específicos”, sugiere.

POBREZA EN EL AGRO. Birbaumer manifiesta que ante toda esta situación, el nivel de pobreza total de productores oscila en alrededor de 40% en años agrícolas con condiciones climáticas regulares, mientras que en años de situaciones climáticas desfavorables se eleva, afectando incluso al 55% y más, por lo que las fincas con menos de 20 hectáreas, alejadas y desconectadas de cadenas formales de venta, son insuficientes para un ingreso digno de productores.

Detalla que en Paraguay, hay zonas como Itapúa, parte de Alto Paraná, Misiones, Caaguazú, o Boquerón que experimentan un cambio estructural positivo, generando bienestar para los hogares rurales, pueblos y ciudades intermedias, con cultivos y productos de altos rendimientos, pero que en grandes regiones del interior del país aún existe una transformación rural “rezagada, de baja producción agropecuaria y sin retornos económicos, por lo que resalta la necesidad de que se implementen políticas públicas para la sobrevivencia de la agricultura familiar campesina.

Sector rural también “envejece” y situación impacta en inflación, alertan La experta Verónica Serafini, por su parte, manifiesta que a la pérdida de empleos y migración también se suma el envejecimiento de los trabajadores rurales. Advierte que la crisis en la agricultura familiar tiene efectos directos en la inflación, informalidad y hasta en la drogadicción. “Está perdiendo muy rápidamente y no solo pierde empleos, sino que está envejeciendo. Y el sector rural es el que produce la mayor parte de alimentos en Paraguay y es realmente un problema, eso se ve en la inflación actual y en la escasez de alimentos, que hacen que se eleven los precios y dependamos de otros países”, sostiene. Señala que las causas son varias, citando la expulsión de campesinos de sus tierras, la extranjerización de la tierra y la expansión de la frontera agrícola para commodities, como la soja, además de la falta de políticas públicas. “Un sistema judicial que siempre ha beneficiado a los grandes, aunque sean extranjeros. El segundo problema, más allá de la tierra, es la falta de políticas públicas dirigidas a la seguridad y soberanía alimentaria. Gran parte de las políticas, de la infraestructura e incentivos están dirigidos a beneficiar a la agricultura de exportación y no a la que produce”, lamenta. Recuerda que existen alrededor de diez cadenas productivas que dependen de la mandioca, caña de azúcar, leche u otros productos de la agricultura familiar. “El área rural en algunos servicios públicos está 20 años atrasada frente a Asunción. ¿Quién quiere vivir en un sector lejos de los colegios, del sistema de salud, de agua? Sobre todo los jóvenes, que emigran buscando mejores oportunidades educativas y vivir mejor, por eso que también la agricultura familiar está envejeciendo”, cuestiona, añadiendo que, en términos productivos, no hay programas de apoyo a la agricultura en la juventud. “Entramos en un círculo perverso en el que nos está yendo mal a todos porque a la agricultura familiar campesina no le va bien. Son como mínimo esos tres factores y ahora estamos frente a otro que se está agravando, que es la crisis climática, que va a tender a empeorar la situación y que de hecho ya está empeorando”, finalizó la economista.
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Verónica Serafini

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