14 feb. 2025

“Empecé en cartonería en el penal; ahora trabajo para una empresa y para mí misma”

Una mujer privada de libertad cuenta su experiencia trabajando para la marca penitenciaria Latente, que cumplió un año buscando el sueño de dar otra oportunidad a los internos.

Zully tiene 37 años, es una mujer privada de libertad multidisciplinaria que trabaja en costura en Andrea María, firma de la Red Latente que ha instalado un taller en el penal Casa del Buen Pastor, donde se encuentra recluida.

También es artesana y decoradora en macramé con trabajos por cuenta propia. Con el dinero que obtiene de su trabajo, se está pagando sus estudios universitarios de Derecho, carrera que piensa ejercer cuando consiga su libertad.

Para ella, el tiempo que está ocupando es vital para poder despejar su mente y luchar por su redención, lo que le ha hecho ser considerada un ejemplo de superación. “Yo empecé en cartonería en el penal; ahora trabajo para una empresa y para mí misma, no descanso. Estoy preparando todo el montaje de decoración en macramé para una clienta que me solicitó ambientar su salón de estar de la casa, terminé los almohadones, los porta veladores y voy acabando el cortinado, todo en tono crudo. Antes decoré una boda”, explica mientras realiza sus quehaceres.

“Cuando ingresás a un lugar como este, debés permanecer ocupada. Yo trabajo y estudio; estudié siempre lo que estuvo a mi alcance porque a más oficios, tenés más herramientas para enfrentar la vida”, agregó.

Antes de conocer el delito y estar tras las rejas, la ahora artesana vivió en otro país llevando una buena vida. Asegura que perdió mucho con lo sucedido, pero se muestra segura en recuperar la confianza de sus seres queridos y de la sociedad. “Yo tuve una vida que parecía ideal. Me mudé a Madrid en el 2006 y trabajé por trece años con mi esposo en casa de una familia adinerada. Estudié de todo, viajé. Pero mi pareja me abandonó, yo estaba embarazada y en la desesperación hice cosas que no debí. Hoy ni siquiera volví a tener contacto con mis dos hijas –de 17 y 5 años–, pero las voy a recuperar y quiero reinsertarme a la sociedad porque tomé esa decisión en mi vida”, concluyó.

Los productos que confecciona Zully forman parte del catálogo de la marca penitenciaria Latente, que fue impulsado hace un año por el Ministerio de Justicia, buscando visibilizar el trabajo realizado por los internos.

Todos los artículos están exhibidos en las redes sociales de la marca y también en la página web www.latente.gov.py.

La mujer, además, se anotó a talleres de corte y confección y manejo de máquina de coser con el Servicio Nacional de Promoción Profesional (SNPP) y obtuvo el carné de artesana expedido por el Instituto Paraguayo de Artesanía (IPA) al completar los cursos en técnicas de ñandutí, croché, encaje ju, ao po’i, punto cruz y punto ruso.

También realiza cursos de cocina de chef internacional, repostería, peluquería, decoración de hogar y eventos, arte en macramé, quiropráctica y acupuntura forman parte de la diversidad de sus conocimientos, estos últimos aprendidos en el exterior del país.

Compaginando sus tiempos, le queda libre para seguir la clase de francés dictada por un profesor de la Alianza Francesa, canto con un maestro que va los viernes para ensayar al coro de la iglesia y ser parte del Taller de Lectoescritura de Corazón Libre para enseñar los lunes a las compañeras que necesiten aprender a leer y escribir.

Una esperanza que late…
Para Vanessa Napout, directora de Bienestar y Reinserción Social del Ministerio de Justicia, este año de la marca penitenciaria Latente fue más que positivo, ya que ayudó a visibilizar el trabajo que hacen los internos y a intentar fomentar el mensaje de dar una oportunidad a las personas que infringieron las leyes.
En todos los centros penitenciarios el 60% de la población forma parte del programa Latente y trabajan en artesanía, productos de cueros, mobiliarios y otros. “Queremos visibilizar el trabajo que se hace detrás de los muros. La gente no puede saber el potencial que hay. Ellos reciben cursos de capacitación, de formación, cursos de artesanía. La idea es poder ayudarlos para que el tiempo de encierro no sea un tiempo de ocio, sino que ganen en su formación”, reveló.
La funcionaria explicó que muchas de las personas que trabajan en el programa son madres o padres de familia, que pueden ayudar, incluso, a sus seres queridos con los trabajos que realizan y la venta de esos productos.
Latente es la segunda marca penitenciaria creada por el Ministerio de Justicia; la primera fue Muã, que también muestra productos realizados en las cárceles.
El nombre está inspirado en la esperanza que late. “La esperanza es lo último que se pierde, dicen. Con esto buscamos que la gente se anime a dar una segunda oportunidad a los privados de libertad.