Por Horacio Galiano
hgaliano@uhora.com.py
De Sol hay muchas cosas que decir. Existe una cuestión de fondo, que constituye una realidad caótica, cruda y compleja (la triple C).
De la comisión directiva se marcharon dos exponentes. Y quedaron quienes habían sido leales y que acompañaron el proceso en Intermedia, logrando el ascenso.
El azul es uno de los clubes que internamente se han dividido a causa del proselitismo en las esferas de la Asociación Paraguaya de Fútbol. El disenso es buenísimo. Y ni qué decir en el fútbol, pero cuando se emplea en el ámbito político o en ideología partidaria es totalmente al revés. Se genera todo un puterío, que va desde cruces de palabras hasta abrazos con quienes antes eran enemigos (o viceversa). Ciertamente, el hacer política se trata de eso.
En Sol, con la actitud de sus referentes, ha quedado en evidencia que ganando también se pierde. Se obtuvo una definición en cuanto al apoyo en bloque a la lista opositora, pero ya no están las personas que aportaron, entre otras cosas, considerable sentido de organización y, aunque sea, mediana noción sobre lo que es o implica el manejo institucional (y conste que lo que en estas líneas se aborda es solo un deporte; el club en sí implica un conjunto).
Privó el todo vale. Se otorgó preferencia a intereses personales, obviando los que atañen a la actualidad y futuro de la entidad. Se tiraron al mazo valores y principios (si existiesen) para lograr protagonismo, figuretismo y quién sabe qué más. Los que están al frente del club tuvieron y tienen ambiciones. Empero, el ejercicio del poder engloba muchos aspectos. Entre ellos, el poder mismo (entendida esta frase como capacidad). Gobernar es deber, compromiso, pero sobre todo obrar. Don Cristóbal Caniza debería interiorizarse más de lo que pasa en la institución. Su nombre aparece como el del presidente. El señor José Pappalardo debe hablar menos y hacer más. En este país, justamente, sobra ese tipo de conductas, aunque es atendible que los discursos son gratis.
El dúo dinámico integrado por Geraldo Cristaldo y Carlos Cataldo tendría que dejar de lado su obsesión por aparecer en primeras planas. Parecen guardaespaldas. Están en todas las fotos y tomas televisivas en las que se observa a los principales componentes de Equipo País. En vez de hacer viajes de campaña, incluso, al interior, dense una vuelta por la práctica. Queda más cerca. Vayan. Quizás escaseen multivitamínicos, atuendos de entrenamiento o jabón para lavarlos. En la sede de la Avenida Quinta, a lo mejor, se precisan luces en los vestuarios, que se enmiende la deteriorada terraza o que a la parte superior del polideportivo le coloquen las tres chapas que faltan. Dejen de vender espejos.
Los dirigentes no podían ni ver a César Cruz (ex presidente que dejó con nefasto legado) y hoy día comparten sitios y momentos integrando el mismo grupo que aspira llegar a la APF. ¿Cómo es eso?
No habría que extrañarse si Sol vuelve a someterse a gerenciamientos desfachatados. Hasta un personaje que no hace mucho armó un revuelo –porque se vieron afectados sus intereses– criticando el mal proceder de dirigentes del fútbol local e internacional, estaría dispuesto a convertir el club en Sociedad Anónima.
Se ha descubierto que en Sol hay gente que supera a la moneda, que para mal o bien tiene solamente dos caras. Quisieron bailar por un sueño; ahora que están en medio de la pista, bailen.
Ah, ¡Feliz año! (por el que se está yendo y el que vendrá).