Rabei Ousmane Sayed Ahmed, alias “El Egipcio”, primero de los 29 acusados citados en el banquillo por los atentados del 11 de marzo de 2004, ensayó su defensa en la Audiencia Nacional de Madrid en un tenso clima. Con un auricular a través del cual le traducian las preguntas del magistrado, Ahmed negó cualquier relación con los ataques, condenó la matanza, y se desvinculó de cualquier organización islámica. Con su declaración se ha abierto el mayor juicio por terrorismo de la historia de España.
“Nunca, nunca he tenido relación con estos acontecimientos que ocurrieron en Madrid”, dijo negando de cualquier relación con los atentados del 11-M. “No tuve vinculación con ninguna organización islámica en Egipto, y ni vinculación con la red de Al Qaeda”.
Explicó que en su país, Egipto, una persona que esté relacionada con este tipo de grupos nunca podría obtener del Gobierno ningún papel oficial, mientras que él dijo tener muchos de ellos. Además, aseguró que no ha inducido a ninguna persona a cometer los atentados y ha dicho condenarlos “incondicionalmente”, con una “convicción clara y absoluta”, no sólo los de Madrid, sino también los de Londres y EEUU.
Detenido en Italia en junio de 2004 tras declararse a sí mismo ideólogo y organizador de los atentados del 11-M en una conversación captada por la policía italiana, El Egipcio ya fue condenado en ese país por pertenencia a una organización terrorista y fue entregado recientemente a las autoridades españolas para poder comparecer en el juicio que ha comenzado hoy.
“El Egipcio”, que por la mañana se había negado a contestar a las preguntas de la fiscalía y de los abogados de las acusaciones particulares, sólo aceptó contestar a su defensor tras una breve entrevista con éste, ya que al principio había rechazado responder a cualquier pregunta.
La fiscalía reclama contra este egipcio nacido el 22 de julio de 1971, 38.656 años de cárcel por 191 delitos de asesinato terrorista, 1.824 tentativas de asesinato y pertenencia a organización terrorista con grado de dirigente.
El 11 de marzo de 2004, entre las 7:37 y las 7:39 de la mañana estallaron 10 bombas en los vagones de cuatro trenes en cercanías de Madrid, causando la muerte a 192 personas y heridas a 1824. Los autores del ataque habían dejado mochilas-bomba en su interior y bajaron de los trenes antes de que estallaran en la estación Atocha, en el centro de la capital española; en El Pozo, un barrio obrero de inmigrantes; y Santa Eugenia, otra barriada de las afueras de la capital española.
Tres semanas después del atentado, el 3 de abril, siete de los presuntos autores materiales de la matanza al verse acorralados por la policía, se inmolaron en un departamento de la localidad de Leganés, causando la muerte a un agente del GEO.