08 feb. 2025

El precursor: Preparad el camino del Señor

Hoy meditamos el Evangelio según San Marcos 1,1-8.

Mira al Señor que viene... Iba a llegar el Salvador y nadie advertía nada. El mundo seguía como de costumbre, en la indiferencia más completa. Solo María sabe; y José, que ha sido advertido por el ángel. El mundo está en la oscuridad: Cristo está aún en el seno de María. Y los judíos seguían disertando sobre el Mesías, sin sospechar que lo tenían tan cerca. Pocos esperaban la consolación de Israel: Simeón, Ana… Estamos en Adviento, en la espera.

Y en este tiempo litúrgico la Iglesia propone a nuestra meditación la figura de Juan el Bautista. Este es aquel de quien habló el profeta Isaías diciendo: Voz del que clama en el desierto: preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas.

El Precursor señala también ahora el sendero que hemos de seguir. En el apostolado personal –cuando vamos preparando a otros para que encuentren a Cristo–, debemos procurar no ser el centro. Lo importante es que Cristo sea anunciado, conocido y amado: Solo él tiene palabras de vida eterna, solo en él se encuentra la salvación.

La actitud de Juan es una enérgica advertencia contra el desordenado amor propio, que siempre nos empuja a ponernos indebidamente en primer plano. Un afán de singularidad no dejaría sitio a Jesús.

El Señor nos pide también que vivamos sin alardes, sin afanes de protagonismo, que llevemos una vida sencilla, corriente, procurando hacer el bien a todos y cumpliendo nuestras obligaciones con honradez. Sin humildad no podríamos acercar a nuestros amigos al Señor. Y entonces nuestra vida quedaría vacía.

El papa Francisco a propósito del Evangelio de hoy dijo: “La primera cosa que ha hecho Juan, grande, es anunciar a Jesucristo. Otra cosa que ha hecho, es que no se ha apoderado de su autoridad moral. A Juan se le había dado la posibilidad de decir ‘Yo soy el Mesías’, porque tenía mucha autoridad moral, todo el mundo iba donde él.

Y el Evangelio narra que Juan le decía a todos que se convirtieran. Y los fariseos, los doctores veían esta como su fuerza: ‘Era un hombre recto’. Le preguntaban si era él el Mesías. Y, en el momento de la tentación, de la vanidad, podía poner una cara de circunstancia y decir: ‘Pero, no lo sé…’. con una falsa humildad. Sin embargo, ha sido claro: ‘¡No, yo no lo soy! Detrás de mí viene uno que es más fuerte que yo, del que no soy digno ni de atarle la correa de sus sandalias’.

Juan ha sido claro, no ha robado el título. No se ha apoderado del trabajo. Esta, por tanto, es la segunda cosa que ha hecho él, ‘hombre de verdad’: ‘No robar la dignidad’.

El papa Francisco en la Audiencia General del pasado miércoles, mencionó…: “Hoy quiero compartir con ustedes y dar gracias a Dios por el viaje apostólico que he realizado a Myanmar y Bangladesh.

Mi visita a Myanmar ha sido la primera de un Papa a aquel país; una nación que a pesar de haber sufrido mucho, se encamina hacia una nueva realidad de paz y libertad. Allí la comunidad cristiana es un pequeño fermento del Reino de Dios, que ha sabido dar testimonio de la fe y que cuenta con una juventud llena de esperanza y de alegría.

Al encontrarme con el Consejo Supremo de los monjes budistas, he querido manifestar mi deseo de que trabajemos unidos para ayudar a las personas a amar a Dios y al prójimo, rechazando todo tipo de violencia.

… En este tiempo de Adviento los animo a fortalecer su vida cristiana con la oración, la escucha de la Palabra de Dios y las obras de caridad y, siguiendo el ejemplo de la Inmaculada Virgen María, cuya solemnidad celebraremos pasado mañana, preparen su corazón para recibir al Señor que ya viene. Muchas gracias…”.

(Frases extractadas del libro Hablar con Dios, de Francisco Fernández Carvajal, http://es.catholic.net y http://w2.vatican.va)