Esta reprobable acción contra un patrimonio histórico y cultural y contra un símbolo nacional despertó una cadena de indignación en un sector de la ciudadanía, como pocas veces se ha visto, exigiendo el castigo de quienes cometieron tamaño desatino y movilizando actos de desagravio a la memoria de los héroes, algo que se expresó principalmente en una avalancha de coronas de flores depositadas alrededor del histórico edificio.
Sin dudas, el sentimiento de patriotismo que lleva a defender lo que muchos consideran elementos entrañables de la historia y la identidad de nuestra nación, constituye un signo positivo. Sin embargo, un detalle que también otra parte de la ciudadanía señaló en las redes sociales y en expresiones por los medios de comunicación es que no se percibe la misma respuesta cuando se producen afrentas contra otros factores que también pueden considerarse valores de la patria.
El mismo hecho de exigir una investigación verdadera y creíble ante las muchas dudas que surgieron en torno a cómo se produjo el fallecimiento de las dos niñas de 11 años en los montes del Norte, quedó eclipsado ante los reclamos de exigir el castigo para quienes pintaron las paredes del Panteón y quemaron la bandera, como si este segundo hecho fuera mucho más grave que el caso de las muertes.
Lamentablemente, no existe la misma indignación cuando se atenta contra la vida de compatriotas más vulnerables, cuando se destruye el medioambiente, cuando desde sectores políticos se roban millones con total impunidad, cuando la Justicia no ampara a los más débiles mientras favorece a poderosos delincuentes.
La desproporción de cómo se entiende la actuación de la policía o de los agentes de la Justicia se pudo ver claramente cuando desde el Ministerio Público se actuó con rapidez y eficacia para individualizar e imputar a quienes cometieron el acto vandálico en el Panteón de los Héroes, pero no ocurrió lo mismo para investigar la muerte de las niñas. Por el contrario, ocurrieron acciones de la autoridad que hacen sospechar de un encubrimiento de lo ocurrido.
Del mismo modo, ha llamado la atención que mientras se depositaban libremente las coronas de flores frente al edificio dañado, una acción similar por parte de personas que dejaron también coronas con mensajes críticos frente a la sede del oficialista Partido Colorado demandó la rápida averiguación de la Policía a la empresa que vendió las flores. Es una práctica que evoca a actuaciones represivas en épocas de la dictadura stronista.
El patrimonio edilicio y cultural debe ser protegido, pero sin olvidar que nuestro principal patrimonio es la gente, a la que no siempre le damos el mismo valor que a un himno o a una bandera.