13 jun. 2025

El fútbol no llenará estadios, pero nos puede enseñar cosas

Por Manuel Ferreira Brusquetti

Supongamos por un momento que el pase del mejor jugador de fútbol paraguayo (calculo que en la actualidad sería Roque Santa Cruz) sea propiedad de todos los paraguayos en partes iguales, y no de él o de algún empresario futbolístico. Nuestro jugador es ofrecido para un contrato multimillonario en el Real Madrid u otro contrato chico para jugar solamente por algún club local. Tengo que hacer la abstracción de no ponerle ninguna camiseta a nuestro ídolo para que los fanatismos no distorsionen el análisis.
¿Cuál es la diferencia sustancial entre ambos contratos? En el primer caso, todos percibiríamos algo del dinero por el ingreso de la venta del pase, y está claro que cualquier caldito alimenta. En el segundo, lo más probable es que no nos paguen nada, pero tendríamos la oportunidad de que nuestro mejor jugador de fútbol juegue en el torneo local, con lo cual mejorarían un poco nuestros débiles, aburridos y faltos de público espectáculos futbolísticos.
Me imagino las explicaciones. “Que se vaya nomás al Real Madrid; un paraguayo en el equipo de las estrellas es un gran prestigio para nuestro fútbol”, dirían los más disimulados; “¡Qué pucha! Vamos si que a cobrar unos mangos, total igual nomás podemos verlo por la tele”, exclamarían los más sinceros.
Como todos somos dueños del pase, se tendrá que hacer un plebiscito para decidir qué hacemos con nuestro ídolo. ¿Adónde lo transferimos? Yo creo que el resultado final, por abrumadora mayoría, sería que se vaya nomás al Real Madrid.
Asimismo como en el fútbol estamos dispuestos a sacrificar nuestro espectáculo local, en otras cosas también debemos hacerlo. Un caso muy concreto es el de la carne: una mayor exportación de carne, que genera empleo para mucha gente a través de las industrias e inversiones ganaderas, también genera un incremento en su precio, debido a la escasez a nivel local que genera la exportación.
Y conste que hasta ahora hemos hecho solamente lo mínimo para tener los resultados que tuvimos en el rubro. La salida conjunta, pero por diferentes razones, de Brasil y Argentina de varios mercados internacionales, nos dio esa gran oportunidad, y con esto los precios locales se equipararon a la región.
Todavía queda muchísimo por hacer en este rubro. Existe muy baja diversificación de mercados. Rusia nos compra el 50% de la carne, Chile el 30% y el resto de los 40 mercados, solamente el 20%. La Unión Europea, los Estados Unidos y Taiwán son alternativas importantísimas para el futuro de la cadena de la carne. Y atrás de la carne bovina se irá carne de otras especies hacia estos mercados abiertos, pollo y cerdo, seguramente.
Para alcanzar estos objetivos hay muchas cosas que hacer y no son simples, ni van a ser rápidas. Hay que mantener los estatus sanitarios que tenemos; debemos entender nuestros mercados objetivos estudiando las preferencias de sus consumidores en las puertas de sus supermercados; debemos garantizar la inversión en el sector productivo que incremente la capacidad de nuestros rebaños de producir más animales para faena y, por tanto, más carne.
Para conseguir estos objetivos no basta trabajar. Hay que saber trabajar. Esto implica conocer los negocios, contratar a los mejores para que nos ayuden y que todos los miembros de la cadena se involucren en conseguir los resultados. Lo que hasta ahora se consiguió es bueno, pero todavía no es sostenible en el largo plazo.
Vender el pase de nuestro ídolo futbolístico al Real Madrid no es tarea sencilla. Tampoco será vender la carne paraguaya a los mejores mercados del mundo. Sin embargo, los resultados pueden ser fabulosos: más empleo para todos, menos exiliados españoles, pero también carne más cara.
Economista Jefe
Fundación Desarrollo en Democracia