El fallecimiento del gran guitarrista popular Efrén Kamba’i Echeverría en la madrugada de ayer, a los 86 años de edad, ha reavivado la visión crítica de la ciudadanía ante la desidia estatal que permanece con respecto a los artistas y trabajadores de la cultura.
Si bien Kamba’i percibía regularmente una pensión graciable otorgada por el Congreso Nacional, de alrededor de 3 millones de guaraníes, y cobraba periódicamente los beneficios por derechos autorales y la difusión de sus obras musicales y discos grabados, el monto resultaba insuficiente ante la complejidad de su situación social y la enfermedad que padecía. En más de una ocasión el artista había anunciado su intención de llevar a subasta su preciada guitarra para poder costear su tratamiento médico, pero oportunas campañas de solidaridad ciudadana, promovidas a través de los medios de comunicación, evitaron que ello ocurra.
Más allá de la particular situación del gran Kamba’i, con su muerte se revela una vez más la inexistencia de una política gubernamental que dignifique y acompañe a los creadores populares, que les garantice una vida digna a quienes contribuyen a forjar la identidad cultural con sus obras. Es una dolorosa realidad, muy similar a la que sufrieron durante la dictadura ilustres artistas que han dado brillo al país, como el creador de la guarania, José Asunción Flores, o el gran guitarrista Agustín Barrios Mangoré, quienes han debido morir en el exilio, lejos de su patria, ante el olvido y el desprecio de las autoridades de su época. Esta desidia se sigue padeciendo, ya no tanto por cuestiones políticas, sino por la ignorancia y la desidia de gobernantes que desprecian la cultura.
No hace mucho pasó algo similar con la humilde gran alfarera Rosa Brítez, la llamada Ceramista de América, también fallecida en condiciones de carencias económicas. O con el muy ilustre escritor, poeta y docente guaireño Ramiro Domínguez, cuyos familiares debieron pedir ayuda a la ciudadanía para cubrir los costos de su tratamiento médico y sepelio. Hasta ahora, los artistas y creadores culturales no cuentan con un sistema de seguro médico y social, ni con posibilidades de jubilación digna, ni se les permite poder ser asegurados del Instituto de Previsión Social (IPS). La realidad contrasta duramente, por ejemplo, con la situación de los senadores y diputados, en quienes el Estado invierte millonarias sumas para proveerles de costosos seguros y privilegios.
La cultura de un país se construye con diversos aportes, pero son sus creadores, escritores, músicos y artistas quienes brindan los elementos más significativos, que la proyectan a nivel universal. La música de Kamba’i es parte de la mejor imagen del Paraguay. No podemos ser tan ingratos con quienes nos dan lo mejor de lo que somos.
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