Por Pa’i Oliva
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Las señales para distinguir un país colonizado de otro libre era la presencia de soldados extranjeros en territorio nacional. América en el siglo XVI y África en el XXI son ejemplos de esto. Pero, la dependencia de los países del Sur ante los del Norte sigue existiendo. En algunos países de África, señales de esta colonización son las basuras.
Comenzó con tímidas críticas. Actualmente, son denuncias. La pulcritud de los países limpios del Norte les ha llevado a enviar al Sur sus basuras. Residuos venenosos, tóxicos, elementos no biodegradables, desechos contaminados de los hospitales, desperdicios de metales no ferrosos y cables de electricidad, etc., desde los países ricos acaban en los países empobrecidos a cambio de préstamos. Así terminamos convirtiéndonos en naciones basureras. Inclusive con esta perspectiva: “Vayan pagando la deuda externa a cambio de aceptar basura”.
Cuando en Ginebra, ante la ONU, se denunció lo sucedido en Rincon’i (Paraguarí) con las 600 toneladas de semillas de algodón con tóxicos vertidas en una hectárea por la multinacional Delta Pine y Monsanto (1998), me dijeron que en el Chaco y al sur de Itapúa había indicios de más basuras de ese tipo.
Además existen barriles con tóxicos, almacenados en el puerto de Asunción. Vinieron de Alemania. Los alemanes culpables ya fueron condenados y tuvieron tiempo de cumplir íntegra su condena. Los paraguayos que las trajeron andan libres sin acusación por las calles de la capital, gozando de lo que les dejó el “buen” negocio que hicieron.