28 mar. 2024

El caso Curuguaty nos dejó la imagen de una Justicia parcial

Mañana se cumplen 5 años de la masacre de Curuguaty, el más grave caso de enfrentamiento por un conflicto de tierras en el Paraguay, que además de dejar un lamentable saldo de 11 campesinos y 6 policías muertos baleados, ocasionó una seria crisis política, que derivó en la destitución por juicio político abreviado del presidente Fernando Lugo. La investigación fiscal y el posterior juicio oral han dejado, además, la imagen de un Poder Judicial que no supo o no pudo encarar el desafío de investigar todas las aristas de la masacre, sin presiones ni intervenciones políticas, esgrimiendo una sentencia que gran parte de la sociedad considera parcial, injusta y politizada.

Este 15 de junio se cumplirán cinco años desde que una trágica noticia sobresaltó a la sociedad paraguaya, cuando se supo que un intento de desalojo de una extensión de terreno en Marina Cué, en el distrito de Curuguaty, había derivado en una verdadera masacre, tras un enfrentamiento a tiros entre policías y campesinos, dejando el trágico saldo de 11 campesinos y 6 policías muertos baleados.

Las primeras versiones hablaban de una emboscada tendida por los ocupantes a las fuerzas policiales. Con base en esa información, los legisladores de los principales partidos políticos, especialmente del Partido Colorado y el Partido Liberal Radical Auténtico, promovieron un juicio político en el Congreso contra el entonces presidente Fernando Lugo, en un proceso que le permitió muy poco tiempo de defensa, decidiendo su destitución el 22 de junio de 2012. En su reemplazo asumió el vicepresidente, Federico Franco.

Desde entonces aparecieron nuevos datos que contrariaron la historia oficial. Se reveló que la situación jurídica de las tierras era irregular, ya que habían sido donadas al Estado por la empresa La Industrial Paraguaya, pero la familia Riquelme había intentado adueñarse de ellas por usucapión. La orden judicial contra los ocupantes ni siquiera era de desalojo, sino de allanamiento. Y con respecto a la supuesta emboscada surgieron muchas versiones contradictorias.

Aun así, la Fiscalía impulsó una operación principalmente política, que solo investigó la muerte de los policías y no la de los campesinos. El Poder Judicial avaló la versión fiscal que fue cuestionada por varios sectores y acabó sentenciando a los campesinos acusados a condenas de hasta 30 años de cárcel, más 5 de medidas de seguridad para el principal dirigente, y de entre 4 y 20 años para los demás. Estas sentencias fueron apeladas y reconfirmadas en segunda instancia, y ahora solo queda la Sala Penal de la Corte como última oportunidad para obtener un trato judicial diferente.

A cinco años, el problema social que originó el conflicto aún no tiene solución definitiva. La Justicia no ha podido determinar a quién pertenecen realmente las 1.748 hectáreas de Marina Cué. Para desembarazarse del problema, la empresa involucrada ha gestionado una donación de las tierras al Estado, y el Gobierno, aún sabiendo las irregularidades, la ha aceptado para convertirlas en una reserva forestal casi sin bosques, pero varias familias campesinas han vuelto a ocupar el sitio. Es decir, el problema de tierras continúa y este quinto aniversario del Caso Curuguaty deja, una vez más, la imagen de una Justicia en deuda.

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