18 ene. 2025

El bien común no figura en la agenda gubernamental

A medida que transcurre el tiempo de la actual administración gubernamental, los problemas estructurales del país se acentúan. La atención del Ejecutivo no está abocada a la solución de las deficiencias. Las prioridades son personales o sectoriales.

El país transita a los tumbos en medio de una política económica que no consigue la reactivación económica ni controlar la inflación, una política exterior que no obtiene mayores resultados del Mercosur ni inversiones, una política sanitaria deficiente que no satisface mínimas necesidades de la población de escasos recursos, una política agraria que no previó la variación cambiaria y hoy mantiene en zozobra a los productores primarios, una política de seguridad que no reduce los índices de violencia.
Con esta situación vale preguntarse: ¿En qué se centra la atención del Poder Ejecutivo? O: ¿Qué hace el presidente de la República? A dos años de la culminación de su gobierno, ¿es todavía posible obtener logros que beneficien a la población y no solamente satisfaga a los organismos multilaterales?
Existen problemas reales de alcance nacional y de extrema gravedad que tienen respuestas deficitarias o directamente son ignorados, pero nadie paga las consecuencias.
Por ejemplo, la amenaza de epidemia de dengue es una realidad que puede causar estragos en una población empobrecida e ignorante. El propio Ministerio de Salud Pública admitió que se inició tarde la campaña de prevención, pero en la cartera no ha saltado ni siquiera un fusible. La mortalidad maternoinfantil continúa alta, y ello es consecuencia más de la ignorancia que de la falta de recursos.
La imprevisión en la Industria Nacional del Cemento (INC) provocó la paralización del sector de la construcción en un momento crítico de la economía, pero su titular continúa campante al frente de la institución.
Bandas de asaltantes y violadores asolando barrios, traficantes de drogas movilizándose a sus anchas en todo el territorio del país, pero los organismos de seguridad interna continúan con sus mismos vicios y las autoridades con las mismas promesas.
Este panorama revela que el bien común no es de interés del Gobierno. Las prioridades son otras. Lo evidencian las visitas al Palacio, las reuniones políticas, las manifestaciones de la dirigencia y las movidas tras bambalinas. La ambición de poder obnubila e insensibiliza.
Conociendo nuestra idiosincrasia política, el proselitismo es irreversible e irresistible. No existirán renunciamientos patrióticos para atender las necesidades reales de la gente. La población está librada a su suerte.
La ciudadanía organizada no debería contemplar esta situación tan resignadamente. Es necesario sacudirse y hacer entender que este desprecio a la dignidad de un pueblo no puede resultar gratuito.