18 abr. 2024

Dos décadas de transformaciones

El rock y el pop en Paraguay tuvieron un crecimiento sustancial en los últimos 20 años. Las formas de producción, grabación y distribución se han ido transformando a la par del desarrollo de las tecnologías de la comunicación en el mundo. Muchos conceptos cambiaron con el tiempo, pero la pasión por la música es la misma. Vida te invita a realizar un recorrido por estas décadas de sueños y logros de una escena que no para de crecer.

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Por: Eulo García

Fotos: Archivo

Mayo de 1998. En unos cuantos meses más, el Paraguay cumplirá la primera década desde la caída de la dictadura de Alfredo Stroessner. Pero en el fin de semana del 9 y el 10 de ese mes, todavía deben suceder un par de cosas que marcarán el devenir de muchos en el país por los siguientes veinte años. Ese domingo 10, se realizará la tercera elección presidencial de la era democrática, de la que resultará electa la forzada dupla Cubas-Argaña, bajo el molestoso influjo mefistofélico del encarcelado general Lino César Oviedo.

Por aquellos años, hacer música rock/pop en Paraguay ya no tenía el mismo sesgo social que en tiempos de la dictadura. Los músicos y fans roqueros ya no vivían con sus melenas a merced de la temida Operación Tijera –que la policía stronista desplegó en los años 60 y 70–, pero las condiciones aún no estaban consolidadas para que el ejercicio de la actividad musical sea reconocida y aceptada como una opción viable, que permita a los artistas desarrollar una carrera con la utópica proyección de vivir de ello. De todas formas, aquellos fueron años cruciales para abrir el camino que varios grupos paraguayos transitan hoy de distintas formas, y con diferentes propuestas para un público –también– cada vez más diverso.

Slow Agony

Slow Agony

Una década bisagra

Los 90 transcurrieron con la frescura de una libertad que en décadas pasadas parecía imposible en nuestro país. Lejos aún de la era de los megaconciertos –que se desarrollarían de manera más continua a partir de la mitad de la primera década del siglo XXI–, los conciertos under eran la constante en el circuito, especialmente asunceno.

A nivel mundial, la industria se conmocionaba con la explosiva aparición en 1991 de los discos Nevermind, de Nirvana, y Black Album, de Metallica, y se potenciaba al máximo el negocio de la venta de discos –se calcula que actualmente llevan vendidos, en el mundo, cerca de 30 millones de copias cada uno–, viviéndose quizá la última época de oro del cedé, antes de que internet comenzara su acelerado y devastador proceso de expansión en el mundo.

En Paraguay, mientras tanto, grabar un disco seguía siendo un sueño muy difícil de lograr. Sin embargo, bandas como Corrosión y Deliverans lograron publicar sendos materiales de larga duración que presagiaban lo que con el tiempo se iría convirtiendo, lenta y sinuosamente, en una posibilidad cada vez más realizable. Report of exploitation y Rompiendo el cristal, respectivamente, publicados en 1992, son hoy dos hitos ineludibles para la construcción de una historia largamente soñada. El cantautor Alberto Rodas lanzó Escobas voladoras en 1993, y amplió a cuatro los álbumes de su carrera. Estos materiales oficiales eran lanzados mayormente en formato casete, como la gran mayoría de las decenas o centenares de materiales que publicaban, cada vez con mayor asiduidad, una buena cantidad de bandas y solistas, como Gaudí, Dos Tribus, In Situ, Steel Rose, Sabaoth, Enemigos de la Klase, Slow Agony, Raza, Rolando Chaparro, Shamán, El Templo, Dokma, Gaia, por citar solo algunos de los nombres más importantes que ganaron espacio dentro de la escena mediante presentaciones en vivo y materiales fonográficos.

Paiko

Paiko


Con la aparición en 1995 de la FM 95.5 Rock & Pop se dio un impulso valioso a la difusión de la música rock y pop hecha en Paraguay, algo que venía siendo largamente reclamado por generaciones de creadores locales. Hacia finales de la década e inicios de la siguiente, las versiones de “Reservista purahéi” y “Kurusu vera” –dos clásicos del repertorio folclórico paraguayo–, interpretados por Rolando Chaparro y el grupo Paiko, respectivamente, fueron ampliamente difundidas por varias emisoras de radio, lo que ayudó a colocar a los nuevos creadores en un lugar cada vez más visible dentro de la sociedad paraguaya.

Tercer milenio

Aquella década de tránsito culminó con la explosión social de marzo de 1999 –conocida por la historia como Marzo Paraguayo–, en que la “juventud” pasó a ser protagonista de los sucesos socio-políticos del país. Ese tránsito de siglo traería consigo una serie de transformaciones culturales que se manifestarían a través de características propias en cada región del mundo. Internet ya prácticamente había modificado todas las reglas de juego de la industria musical, y si bien en Asunción seguirían sobreviviendo por varios años muchas disquerías, el negocio de los discos continuaría librando su lucha por acomodarse a los nuevos tiempos tecnológicos y comunicacionales.

En Paraguay esto tendría una página ineludible con la aparición del sello Kamikaze Récords, fundada por el músico y productor argentino Willy Suchar. Los discos Pasiones-Homenaje del rock al folklore paraguayo (2001); Lennon vive-Un tributo del rock paraguayo (2002); los compilados Rock mbarete (2002), El nuevo vuelo del rock (2002) y Auténtico rock-Éxitos del rock paraguayo (2006), publicados por este sello, fueron un muestreo interesante de la variedad de grupos y de las tendencias que se desarrollarían en los años próximos. Pero quizá el aporte más importante de este sello fue la publicación de discos de las bandas más representativas de la última década del siglo XX: Deliverans, Gaudí, El Templo, Slow Agony, Steel Rose, Turkish Blend, Gaia, entre otros.

Willy Suchar, fundador de Kamikaze Records

Willy Suchar, fundador de Kamikaze Records


Antes de esta realidad, otros hitos insoslayables dentro de la aún reducida historia discográfica en nuestro país fue, sin duda, el álbum homónimo de Sabaoth, publicado en 1996. Esta es por lejos la primera y principal banda de black metal del país, y es considerada por los seguidores del estilo y los medios especializados como una de las propulsoras del género en Sudamérica. El otro hito fue la publicación del álbum de Steel Rose Humanimal (1997), que tiene el no menor detalle de haber salido por el entonces sello internacional BMG. Antes de eso habían publicado el casete Insano (1996), por el sello ENSA.

Retomando: en los primeros años de la década de 2000, el circuito de pubs en Asunción que ofrecen espectáculos de grupos de rock se encuentra en un auge interesante. Pero en noviembre de 2003, una ordenanza municipal le pone un límite horario a los locales y eventos nocturnos. La ordenanza n.º 114/03, más conocida como el “Edicto Riera”, obliga en cierta forma a que el mapa nocturno de la ciudad se reconfigure. Varias discotecas y locales mudan sus locales a ciudades aledañas (Fernando de la Mora, Luque). No obstante, muchos grupos reinventan su dinámica de presentaciones, acomodándose a los horarios dispuestos o llevando sus shows a sitios alternativos.

En 2001, Dokma lanza su segundo cedé de manera independiente: Amerikachorros. Podría decirse que este material consagra a Dokma como el grupo de culto en que se convertiría en los años siguientes. En 2003, el grupo Flou lanza su primer disco oficial, Ataraxia, luego de años presentándose en el circuito underground. Un año antes hacía lo mismo Revolber, publicando Kaimonomacaco. Estas bandas tendrán, en los años posteriores, un crecimiento notable de seguidores en diferentes puntos del país, un hecho casi inaudito para la escena paraguaya hasta el momento, ya que históricamente el alcance local de las agrupaciones nacionales, especialmente de rock, fue bastante limitado.


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En 2004 se realiza el festival Quilmes Rock, con bandas nacionales e internacionales, iniciándose así una serie de megaconciertos patrocinados por marcas fuertes dentro del mercado, especialmente de cervezas y cigarrillos. Una edición del mencionado festival, cuatro de Pilsen Rock y numerosas giras Palermo Rock marcan presencia en esos años de la primera década del siglo XXI. El pico más alto de estos megafestivales se da en octubre de 2005, cuando se realiza la tercera edición del Pilsen Rock, ocasión en que se reúne a más de 70.000 personas en un solo día. Los grupos nacionales que participaron fueron Gaia, Bajo Zero, Per Se, Aura, Rolando Chaparro, Moon Ska Monkeys, SKA, Flou, Revolber. Además de la impresionante cantidad de asistentes, lo particular de esta ocasión fue que los grupos paraguayos superaron en cantidad a los extranjeros, y el ferviente apoyo del público a las bandas locales quedó registrado en un devedé especial que se editó posteriormente.

Aquel fenómeno favorecería en gran manera a la masificación de una población consumidora de bandas locales. Pero no hay que perder de vista que fue el circuito underground (como históricamente ha sobrevivido el rock en nuestro país) el que dotó de training y herramientas a los grupos, principalmente en cuanto a diseño de producción, en su búsqueda hacia una cada vez mayor profesionalización de la actividad musical. Esto se vería representado en exitosas experiencias como el Jahapa Tour de 2004. Así, varias bandas tomarían las riendas de sus carreras de manera independiente, en algunos casos fundando sus propios sellos, a través de los cuales continuarían difundiendo su música.

Ripe Banana Skins, Ijadmil, Peter Punk, Kuerda Floja, Área 69, Vecindad Autopsia, Pipa Para Tabaco son otros grupos de mucha actividad por esos años, en los que hay un fuerte empuje de fusión de estilos ska, reggae, punk-rock y hardcore. La irrupción en escena de La Secreta y Los Chamos del Momento marcaría también una tendencia que no tendrá menos seguidores: un folk actualizado a la idiosincrasia paraguaya de este tiempo, con una fuerte presencia del ritmo 6x8, característico de la polca paraguaya.

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Bicentenario: hito cultural

En 2011 se conmemora el Bicentenario de la Independencia Nacional, con una celebración social, cultural y artística sin precedentes. Una cantidad inaudita de eventos de toda índole se realizan por esos días de manera gratuita en plazas, bares, centros culturales, predios públicos: conciertos de música, obras de teatro, lecturas de poesía, charlas temáticas, danza. Asunción es una fiesta. Se calcula que de los festejos participan alrededor de un millón de personas. Este hecho se convierte en una suerte de redescubrimiento por parte de la gente de la posibilidad de disfrute del espacio público, y es una especie de certificado de mayoría de edad de la democracia paraguaya, que unos años antes había dado el gran salto al lograr la alternancia del gobierno, con la contundente victoria electoral del ex obispo Fernando Lugo sobre el Partido Colorado en 2008.

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La última década

Paralelamente a todo este devenir político, a partir de 2011 se inaugura en el país una época en la que vienen grandes bandas de renombre internacional: Guns n’ Roses, Deftones, Aerosmith, The Cure, Megadeth, Metallica, Kiss, Red Hot Chili Peppers, Körn, Iron Maiden, Slayer, Evanescence, Paul McCartney, Helloween, Kreator, Exodus, Scorpions, Robert Plant, Smashing Pumpkins, Jack White, son algunos de los importantes grupos y solistas que presentan aquí conciertos multitudinarios durante esta década.

La exploración y fusión de estilos, en diferentes formas, es el sello característico de los últimos años, algunos con ritmos latinos populares, otros con elementos más electrónicos. El rock y el pop ya no se definen exclusivamente en un solo estilo definido y rígido. Grupos que van desde Bohemia Urbana hasta los propios Kchiporros, pasando por Dalí, Purahéi Soul, Villagrán Bolaños, Tribu Sónica, Kita Pena, son quizá ejemplos de esta diversidad. Solistas como Marcela Lezcano y Cristian Silva presentan propuestas alternativas a la parafernalia exigida por el mainstream actual. El desparpajo under de Descontrolarius o Luizons, la psicodelia renovadora de Agharta o la frescura indie de Eeeks; la siempre leal escena metalera que desde hace años resiste en búnkers como Absoluto Rock y otros; y la innumerable cantidad de bandas que nacen y se desarrollan día a día, nos dan la pauta de que crear música rock y pop en el Paraguay de hoy está bastante lejos de aquellas épocas de clandestinidad y represalias. Por el contrario, como esta revista lo viene haciendo desde el hoy veinteañero mayo de 1998, es una actividad que goza de una buena vida.

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MÚSICA QUE SE EXPANDE

En los últimos años, la cantidad de megaeventos se ha reducido de manera considerable, pero la escena musical sigue renovándose con la actividad de grupos y solistas, siempre en la búsqueda de encontrar mejores maneras de mostrar su arte al público dentro y fuera de nuestras fronteras. Ejemplos hay en cada caso: Salamandra expande su popularidad por todo el país; Steinkrug forma parte de la banda sonora de una serie mexicana producida por la gigante Netflix; Revolber compone e interpreta el tema de la taquillera película 7 Cajas. Otros filmes nacionales –como Gritos del Monday o La Chiperita– incluyen en sus soundtracks canciones de grupos nacionales de diferentes estilos, como el thrash metal de Kuazar o el pop de Pirakutu, por citar solo dos.

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EL METAL TIENE SU HISTORIA

Considerada a sí misma como una “hermandad headbanger”, los grupos de este estilo también fueron protagonistas de todo el desarrollo a nivel cultural, tanto en el fortalecimiento de esta “hermandad” –en cuanto al significado de esta como subcultura– como en lo que respecta a la apertura hacia otros públicos y bandas de distintos géneros. Steel Rose y Slow Agony lanzaron sus discos con el sello Kamikaze en los primeros años del siglo XXI, y formaron parte de la grilla de las giras por el interior del país, junto con otras agrupaciones de diversos estilos. En 2006, las bandas Patriarca y The Profane se unieron para instalar el festival Asunción Mosh, que se realizó anualmente hasta 2011 y volvió a hacerlo en 2017. Hacia el final de la segunda mitad de la década de los 2000 comenzó a ganar presencia la banda de thrash metal Kuazar, de Ciudad del Este. The Force es otra de las bandas que trasciende a otros públicos sudamericanos.


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EL ADIÓS A REFERENTES CULTURALES

En pleno auge de la alternancia en el gobierno y los festejos por el Bicentenario, en junio de 2012 se produce la masacre de Curuguaty. A los pocos días, Fernando Lugo es destituido del gobierno mediante un juicio político exprés. Ese mismo año fallecen importantes referentes de nuestra cultura contemporánea: Herman Guggiari, Tomás Palau, Beto Ayala, Emilio Pérez Chávez, Celso Bazán, Roberto Thompson, Chester Swann, y a inicios de 2013 deja de existir el polifacético artista Carlos Colombino.