15 feb. 2025

Dios se vino a vivir entre nosotros

Estábamos en noviembre y ya comenzó la propaganda de Navidad… ¡Y faltaban casi dos meses!

Regalos para Navidad, descuentos en Navidad, promesas políticas en Navidad, vacaciones en Navidad, comidas para Navidad, compre heladera, aire acondicionado, cocina eléctrica en Navidad. Y lo anuncia un gordinflón de barbas blancas, al que nadie ha invitado a la Navidad...

¡Realmente el consumismo nos ha invadido!

Al primer extraterrestre que llegue al planeta Tierra le va a costar trabajo enterarse que sea la Navidad.

Y no hay que esperar a eso. Porque, ya hace años en pleno Tokyo con los almacenes brillantes de luces y de regalos por Navidad, un señor vio a un sacerdote adornar con una tira de lucecitas la puerta de su pequeña iglesia, le preguntó asombrado “¿Pero, ustedes también celebran la Navidad?”.

La primera generación de cristianos en Roma, queriendo buscar una fecha para celebrar el cumpleaños de Jesús de Nazaret (la fecha exacta no estaba en la memoria de ellos), eligieron una fiesta pagana, “la fiesta del sol naciente” y la bautizaron como la fiesta cristiana de la Navidad.

¿Por qué esta elección? Porque aquella fiesta romana era muy alegre, se expresaba en muestras de afecto hacia los conocidos, y la principal de ellas era la unión de la familia extensa cenando todos juntos en casa de los padres.

Las Navidad es entonces la celebración alegre por parte de los seguidores de Jesús de Nazaret (al que reconocemos como el Ungido, el Hijo de Dios) desde hace 21 siglos en la fecha consensuada de su Nacimiento.

En poesía antigua en castellano “Caído se le ha un clavel, hoy a la Aurora del cielo, qué contento que está el suelo porque ha caído sobre él”.

En lenguaje sencillo moderno, Navidad es la venida, la cercanía material y visible de Dios en la persona pequeña de un niño nacido de mujer.