En las sandías, la mayoría de los daños son causados por hongos, mientras que en las papas se hallaron bacterias fitopatógenas. Ambas situaciones están asociadas a deficiencias de manejo en la cosecha, poscosecha y almacenamiento de la producción.
Si bien estas plagas no afectaron a la salud humana, impactaron en la calidad e inocuidad de los productos que llegaron hasta la mesa del consumidor final y también produjeron pérdidas económicas a los productores. Ante esta situación, el Senave recomienda el monitoreo constante de las parcelas de sandía, la rotación de cultivos, el uso de variedades resistentes y el control químico preventivo con fungicidas, en tanto que en la producción de papa se insta a cosechar cuando los tubérculos tengan una cáscara madura, para evitar así el exceso de humedad en el ambiente, así como la exposición prolongada al sol y al viento.
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unidades de sandía se buscan certificar para finales de este 2022. Es la primera fruta que tiene trazabilidad.