Por Patricia Vargas Quiroz
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Ricardo Garay no es el primero y obviamente no será el último de los ex ministros del presidente Nicanor Duarte Frutos que renuncia a su cargo de manera obligada, para buscar escaparse de la humillación que el propio jefe de Estado inicia.
El ex ministro de Agricultura y Ganadería sabía que sus días estaban contados, no porque Nicanor se lo haya dicho sino porque algunos medios de prensa, especialmente las radios, así lo venían vaticinando hace varias semanas citando fuentes extraoficiales del Gobierno.
Para Garay la gota que colmó el vaso fue que al leer el titular de un matutino se enteró de que el jefe de Estado le estaba destituyendo del cargo.
Es incomprensible que el presidente no se anime a comunicar a los funcionarios que ocupan cargos de confianza que su tarea no llena las expectativas.
El camino que prepara el jefe de Estado es fácil. Antes que nada se encarga de filtrar información a la prensa (bien para nosotros), para sondear las reacciones y recoger las críticas de sectores que no acompañan al algún “futuro ex ministro“, que son las que realmente él quiere escuchar y que en esta última situación no estuvieron exentas.
Ningún ministro de este Gobierno renunció a su cargo, sino que fueron “renunciados” de maneras directas e indirectas.
Solo por dar otros ejemplos. El ex titular del Ministerio de Hacienda Dionisio Borda no contaba con el apoyo de los “colorados teete” y de algunos cercanos al mandatario.
En los primeros tiempos, el jefe de Estado le demostró su total confianza y una férrea defensa. Pero las cosas fueron cambiando y las críticas hacia Borda ya no eran retrucadas por Nicanor.
El mismo caso se dio con la ex canciller nacional Leila Rachid, que cuando estaba fuera del país se enteró de que sería destituida del Ministerio de Relaciones Exteriores.
Desde el momento en que los ministros sienten que el propio presidente está conspirando para lograr sus renuncias, por decoro, no tienen otro remedio que hacer las maletas e irse a casa.
Esta situación no tiene nada que ver con que los ministros tengan o no una buena labor, sino que cada persona tiene derecho a la NO humillación.