15 jun. 2025

Deportados llegan sin consumar el sueño de trabajar

Ayer arribó al aeropuerto Silvio Pettirossi un grupo de 15 nuevos paraguayos inadmitidos en España. Coincidieron en que fueron a buscar trabajo y que muchas personas son víctimas de tratos indignos por parte de las autoridades migratorias españolas.

imagen deportados

“Para mí, es como si el mundo se me viniera abajo”, dijo sollozando una mujer identificada solo con el nombre de Daniela, al acceder al salón de recepción. De esta manera graficó su situación de inadmitida.

El vuelo de las 11.50 de TAM, procedente de Buenos Aires, llegó con unos minutos de atraso. Era visible el rostro de tensión entre los paraguayos que habían salido el domingo del aeropuerto español de Barajas, tras el rechazo de Migraciones. Permanecieron juntos durante todo el camino y se separaron solo al llegar a la estación aérea de Luque. Algunos se negaron a dar sus nombres completos, otros prefirieron correr hacia la salida para no hablar.

“La ilusión que cada uno tuvimos al salir de este mismo aeropuerto se convirtió allá (en España) en amargura cuando los funcionarios de Migraciones nos dejaron fuera y elegían los que iban a entrar de acuerdo a la cara del cliente”, dijo Maura con voz casi quebrada.

DISCRIMINACIÓN. “Según pudimos ver, a las rubias o a las personas bien vestidas o con maletines no les hacían muchos problemas. La cosa cambiaba cuando la persona que quería entrar era de piel oscura o tenía una vestimenta más o menos humilde; este tipo de gente era candidata segura a pasar al salón y de ahí de regreso a su casa”, opinó, con tono de dolor, Aníbal.

Con respecto al área de deportados, explicó que se trata de una sala de unos 6 por 4 metros de superficie, adonde son enviadas las personas que casi con seguridad serán devueltas al país de origen.

“Pocos logran pasar el control una vez que fueron enviados al salón o al piso, como le llaman”, puntualizó el joven, quien como único dato dijo que es oriundo de Ypacaraí.

RIESGO LATENTE. Alfredo, de Ciudad del Este, comentó a Última Hora que viajó a España desde el aeropuerto de Foz de Yguazú (Brasil), vía San Pablo.

“Antes de partir ya sabía más o menos lo que me esperaba allá, pero siempre estuve optimista, más aún cuando en la agencia de viajes me dijeron que mis papeles estaban en regla, y que lo demás dependía de la suerte. Nunca me imaginé que iba a rebotar. Para mí, esto es una desgracia que no tiene nombre”, puntualizó.

Al igual que el resto de los deportados, aseguró que tenía las documentaciones en regla y reconoció que iba a buscar trabajo.

Los deportados son reconocidos con facilidad por el rostro que presentan. Algunos salen del acceso restringido del aeropuerto con caras largas, otros llorando y otros más con mucho nerviosismo. Muy distinto al semblante de los demás pasajeros.

Una anciana vulneró el control

Muchos compatriotas tuvieron la suerte de entrar en España. “Recuerdo especialmente el caso de una anciana, no voy a decir su nombre para que después no le hagan problemas. Ella alegó estar enferma de cáncer y que iba a España con el fin de operarse de urgencia para justificar su entrada”, contó ayer Magdalena Candia.

“Lo más simpático fue que en el supuesto apuro por ser tratada de su enfermedad el guardia de control del aeropuerto no le pidió ninguna prueba y le dejó entrar con mucha amabilidad. No sé dónde irá a trabajar con su edad, pero supongo que también algo se le ocurrirá para eso”, añadió la deportada.