De acuerdo con los datos del Ministerio de Salud Pública, se cuentan brotes de dengue más que nada en la capital, así como en otras ciudades correspondientes al área metropolitana. Hasta el momento fueron identificados 313 casos y 27 probables, que corresponden a tan solo 14 días, del 31 de diciembre del 2017 al 13 de enero del 2018. El dato alarmante aquí es que esta cifra –que corresponde a 14 días del 2018– representa el 50% de las confirmaciones con relación a reportes del año 2017, que en 365 días arrojó 627 afectados.
Estamos al borde una epidemia de dengue y por tanto ya no se puede seguir perdiendo tiempo, se deben extremar los recursos y exigir a toda la población que se involucre en la prevención, en la medida de sus posibilidades.
En medio de este escenario, uno de los mayores desafíos lo constituye llegar a poder crear la conciencia que se requiere para eliminar al portador del virus, porque la clave de todo está en la eliminación de los criaderos de mosquitos Aedes aegypti.
Es bien sabido que el Estado paraguayo adolece de numerosas falencias en cuanto a la salud pública, como también es bien conocida su inoperancia para poner en marcha campañas de educación ciudadana. Es por eso que, y ante la gravedad de la situación actual, es la ciudadanía quien deberá asumir la gran responsabilidad de cuidar su propio entorno para prevenir la epidemia de dengue; esto quiere decir que la misma población deberá ocuparse de mantener controlados y libres de mosquitos sus entornos laboral, escolar y familiar.
En Asunción, de 68 barrios 40 de ellos reportan casos febriles o sospechosos de dengue, según los datos epidemiológicos de la Dirección de Vigilancia de la Salud del Ministerio de Salud. Esta es una información que debe ser tenida en cuenta por todos, pero especialmente por los vecinos. Pues es más que evidente que las acciones emprendidas hasta el momento no fueron argumento suficiente: multas a propietarios de patios baldíos o casas abandonados, por ejemplo.
Es inaceptable que esta misma situación se repita año tras año. Como también es inaceptable que, recién cuando los hospitales colapsen y ya no tengan camas disponibles para los enfermos, la población comience a preocuparse.
Todos deben asumir su responsabilidad en esta hora. Es el Estado a través de sus instituciones el responsable primero de emprender las medidas para evitar que se desate una nueva epidemia de dengue. Pero la ciudadanía no puede quedarse cruzada de brazos sin involucrarse en la prevención. Después de todo, el poco tiempo que le dedique a hacer el control de los criaderos de mosquitos en las casas puede significar nada menos que la salud de sus propios seres queridos.