Por Oscar Ayala Bogarín
“Si siempre estuvimos dispuestos a creer en cualquier cosa..., creamos, principalmente, en nosotros mismos. Y haremos del 2007 el mejor año de nuestras vidas”. Entre los cientos de felicitaciones y buenos augurios que nos llegaron a la Redacción, éste resultó particularmente bueno. Cuánta verdad y qué sencillo parece ser iniciar el camino del necesario cambio de nuestras vidas, de nuestra sociedad, de nuestro país.
Si creímos en Wasmosy, González Macchi, Lino’o, Nicanor, Burt, Riera o Ña Deló, y si seguimos creyendo en la reducción de la pobreza, en la lucha contra la corrupción, en la ausencia de inflación, en la honestidad del Gobierno, por qué no creer en nosotros mismos.
Nochebuena, Navidad, Año Nuevo, días de nostalgias y alegrías, de reencuentros, de asumir compromisos, de augurar felicidades o de hacer votos, aunque solo sea como promesa de político.
A pesar de que el consumismo hoy asimila estos días casi exclusivamente a las compras desenfrenadas, a los regalos y las fiestas, siempre hay un resquicio para la reflexión.
Y en esta obsesiva tarea de ayudar a despertar la conciencia de la ciudadanía sobre la importancia de su participación en la construcción de su futuro, estos días son más que propicios para insistir en esta prédica.
Para aquellos que no se han rendido al conformismo, que aún conservan encendida la llama de la rebeldía, y pasarán una cálida fiesta navideña, no se olviden de los miles de compatriotas que tendrán una muy fría Navidad en España, Argentina o EEUU. La frialdad no estará dada por el clima, sino por la lejanía de sus seres queridos, por la desesperanza, por la falta de oportunidades en su propio país. Éste es el frío que lastima, que duele.
La sociedad hace tiempo envía mensajes que la clase política no los percibe y no los traduce para buscar soluciones. La crisis no solo es material, sino moral, ética y espiritual.
Un estudio difundido la semana pasada por el Centro de Información y Recursos para el Desarrollo (CIRD) revela que el 36 por ciento de la población tiene intenciones de irse a vivir o trabajar en otro país en los próximos tres años. ¿No comprenden los políticos que algo anda mal, de verdad? ¿No entiende la ciudadanía que algo hay que hacer por el país, ahora?
Si la ciudadanía despertara de su letargo y creyera en sí misma, no solo hará del 2007 un buen año, sino del resto de su vida.
oayala@uhora.com.py