28 mar. 2024

Credibilidad

La credibilidad, según la Real Academia Española, “es la cualidad de creíble”. Es decir, que parece verdadero o seguro y puede ser creído; que considera a una cosa como verdadera o segura, o pensar que existe, sin tener pruebas de su certeza o un conocimiento directo de la misma.

Esta credibilidad lleva a la confianza, “que es la esperanza firme que una persona tiene en que algo suceda, sea o funcione de una forma determinada, o en que otra persona actúe como ella desea”.

Esta confianza hace que funcionen nuestras instituciones republicanas, lo que es esencial para una democracia. Pero la credibilidad hacia ellas en estos momentos se encuentra por el suelo, lo que mina en definitiva nuestra forma de gobierno.

Un ejemplo de ello es lo que ocurrió tras el asesinato de Ederson Salinas, conocido como Ryguasu. Es que el mismo, según los informes dados a conocer, no tenía órdenes de captura ni procesos pendientes, sino que en realidad había sido sobreseído en varias causas.

Sin embargo, ninguna persona creyó que el fallecido haya sido inocente, que no cometió delito alguno o que el proceso se abrió sin motivos. Todos pensaron que hubo corrupción, que se vendió el fiscal o el juez, pero nadie quedó convencido con esos fallos. Capaz que tenían razón, capaz que no, pero eso es lo que nos genera la falta de credibilidad de las instituciones.

Esto socava nuestra democracia, ya que la falta de confianza en un momento tan importante en la vida nacional, a las puertas de unas elecciones, es crucial. Incluso leí que si perdía el Partido Colorado no iba a aceptar los resultados, lo que de por sí ya demuestra una falta de credibilidad en el Tribunal Superior de Justicia Electoral y en nuestro sistema republicano de gobierno.

En el caso de la Justicia, ahora se tiene un proceso de selección del próximo ministro de la Corte, pero las críticas hacia el proceso de selección están en su punto más álgido. No creo que el que sea designado se salve de las críticas, ya que se cuestiona la elección de la terna.

Esta falta de credibilidad hace que en el Paraguay, una imputación fiscal ya se considere una sentencia debido a que si el proceso termina en un sobreseimiento o una absolución, nadie lo cree. Como pasa con el caso Ryhuasu, que con esta culminación de la causa –según la creencia popular– hubo algún tipo de corrupción que hizo que el imputado haya sido “blanqueado” como se califica normalmente.

Por eso es que las imputaciones no se pueden hacer por hacer, ya que existe un prejuzgamiento de parte de la sociedad, lo que destruye la imagen y reputación de la persona, si es que el trabajo fiscal se hace en forma ligera e irresponsable.

Lo peor es si ese mal trabajo es secundado por el juez que tiene miedo de la gradería (que solo quiere ver sangre), y no revisa las actuaciones correctamente y las convalida para “salvar” a la Fiscalía como ocurre a diario.

De ahí la importancia de recuperar la credibilidad y se debe dar respetando las leyes, ya que condenar por condenar, solo para la gradería, tampoco hace que aumente la confianza en la Justicia, sino que solo pasa a ser arbitraria.

Y como muestra tenemos las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en contra del Paraguay. La mayoría son condenas donde constata la violación de derechos humanos.

Recuperar la credibilidad ciudadana es difícil, pero necesaria porque nuestra democracia está en juego. Esta situación es un denominador común para varias instituciones del Estado, no solo para la Justicia, pero esta es la más afectada.

Es que de todos los poderes, es la Justicia la encargada de dirimir los conflictos, de castigar la delincuencia, que es lo que más siente y preocupa a la ciudadanía. No digo que los demás no sean importantes, pero son los jueces los que reciben diariamente los conflictos ciudadanos para ser solucionados. Sin credibilidad, ninguna decisión será buena.

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