Por Gloria B. Rolón L.
No sé cómo lo pasaron. Pero estoy segura de que anoche, cuando dieron las doce, sus padres, sus abuelos, sus tíos, primitos y ellos mismos, en torno al pesebre, unieron las manos con fuerza, miraron al niñito y oraron con fervor. Es que estas fechas, y especialmente la Navidad, tienen eso de especial: la magia que llena de esperanzas y buenos deseos a todos.
A ellos mis sentimientos van. Me refiero específicamente a las familias de los cien niñitos y niñitas con cardiopatía congénita, cuyas cirugías debieron ser abortadas por falta de presupuesto y que probablemente jamás lleguen a realizarse.
Sí, son ellas las que siguen creyendo hoy pese al Poder Ejecutivo que elaboró un Presupuesto de Gastos de la Nación para el 2007 absolutamente prebendario e irresponsable, y que las dejó fuera al no contemplar lo requerido para la salud, las que merecen todo nuestro apoyo y solidaridad.
Ellas, las que mantienen vivas esas esperanzas de un nuevo año mejor, aun cuando el Parlamento Nacional refrendó la acción del Ejecutivo y con su voto también les dijo no, las que hacen de la esperanza una razón.
Es que ellas aguardan y confían en que el 2007 les traerá lo que tanto anhelan: los 2.000 millones de guaraníes que demandará la compra de insumos para 100 cirugías cardiacas (la mayoría de niñitos y niñitas de no más de 3 añitos).
Usted señor, usted señora, coincidirá conmigo en que son situaciones como estas las que automáticamente nos remiten a la remanida pregunta de: ¿qué es lo que hacen con el dinero público quienes lo administran?
Es inevitable también la angustia que produce no saber a qué cuernos destinan los fondos del Estado; una mezcla de impotencia-rabia y desconfianza es la secuencia lógica.
Y son en momentos como estos también que aguardamos impacientes una explicación más sólida y coherente del presidente de la República, Nicanor Duarte Frutos, sobre el origen de sus bienes y la de sus familiares y entorno inmediato llamativamente próspero desde que contratan con el Estado.
Y es en circunstancias como estas que la duda golpea con fuerza, sobre todo si escuchamos o leemos que en su mensaje navideño el mandatario asegura que su gran objetivo para el 2007 es “seguir reduciendo la pobreza, reordenando el gasto del Estado a favor de los sectores marginales”.
Pero, más que nada, cuesta creer que en estos tres años de gobierno de Duarte Frutos, la salud y la educación hayan sido los pilares esenciales para el desarrollo duplicando sus presupuestos.