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Londres
La conducta de los marineros británicos durante su cautiverio en Irán y a su regreso al suelo patrio –con la venta a la prensa de sus relatos por parte de algunos de ellos– ha causado indignación y la introspección de las otrora orgullosas fuerzas imperiales.
Esa conducta dista mucho del comportamiento de la escuadra británica en la batalla de Trafalgar, cuando lord Nelson, al mando de una flota muy inferior, hizo trizas a una fuerza combinada franco-española, o incluso hace 25 años cuando la armada acabó con la invasión argentina de las Islas Malvinas (Falkland).
Los marineros e infantes de Marina capturados ''fueron completamente antinelsónicos’’, dijo el general retirado Michael Rose, ex comandante de las fuerzas de la ONU en Bosnia, en una entrevista publicada ayer en el diario Daily Mail.
Nelson ''dijo que el mayor placer de un oficial naval era su deber al rey o la reina y que sus deseos privados –por muy penosos que fueran– no contaban’’, indicó Rose.
Algunos de los detenidos explicaron a su regreso que admitieron haberse adentrado en aguas iraníes debido a la presión del confinamiento solitario y las amenazas de prolongados encarcelamientos.
CONDUCTA INAPROPIADA. No era esa la conducta de un soldado británico que esperaba la nación, y el rubor público aumentó cuando fueron conocidos otros detalles incluso menos decorosos.
El mecánico de la Armada Real Arthur Batchelor, que vendió su relato al diario Daily Mirror, lamentó que sus captores le llamaban ''Mr. Bean’’, en referencia al papel cómico interpretado por un actor de televisión.
Al recordar el momento en que fue capturado con sus compañeros de armas, Batchelor dijo que ''un vigilante hacía continuamente el signo del degüello con su dedo en mi cuello. Temí lo peor’’.
El embajador estadounidense en las Naciones Unidas, John Bolton, dijo que Gran Bretaña decepcionó a la alianza occidental en su enfrentamiento con Irán por su programa nuclear.
Teherán, indicó el embajador a la British Broadcasting Corp. –puso a prueba la reacción británica y estadounidense– y ''no fue una gran reacción’’.
En lugar de ello, Gran Bretaña nunca blandió el sable durante la crisis –prefiriendo los canales diplomáticos y a la postre fue humillada cuando el presidente iraní le dijo que los marineros eran devueltos ''como un regalo’’.