09 feb. 2025

Condena a secuestradores de Cecilia, una advertencia a los delincuentes políticos

EDITORIAL

Si bien nunca puede existir suficiente cantidad de años de penitenciaría para quienes quitan la vida –y todo lo que ello supone– a una persona, la condena a los que secuestraron y asesinaron a Cecilia Cubas es un acto de Justicia. Es, también, una evidencia de que la sociedad –a través del veredicto de los jueces– no dejará impunes a los que delinquen en nombre de ideales políticos.

La aplicación de las leyes a través de un juicio es el freno que la sociedad aplica –a través de las instancias judiciales– a los que transgreden sus normas de convivencia, evitando la ley de la selva.
Los miembros del Partido Patria Libre ahora condenados han optado por salir de los límites legales y se han lanzado en brazos de la delincuencia con el objetivo de llegar a sus objetivos políticos. Han equivocado rotundamente de camino, pues nunca los medios ilícitos pueden conducir a fines lícitos.
El secuestro de Cecilia, hija del ex presidente de la República Raúl Cubas Grau, en su momento conmocionó la sensibilidad del país. A pesar del pago de una parte del rescate solicitado, los hoy condenados por jueces competentes recurrieron a lo más repudiable de toda conducta delictiva: despojar de la vida a la que tenían en cautiverio.
El hallazgo del cadáver de la joven permitió a la opinión pública y a los investigadores del caso hallar una evidencia concreta del grado de peligrosidad de los que la habían tenido en un sótano inmundo.
Después del juicio oral la conclusión para los juzgadores fue más que obvia: los procesados son un peligro para la sociedad, porque están dispuestos a todo como lo demostraron. Con el criterio de que una vez libres pueden volver a recorrer el mismo camino torcido, los magistrados han agregado a las condenas algunos años más, de acuerdo a las disposiciones legales vigentes. Es una justa decisión.
Si bien es digno de encomio el trabajo realizado por las diversas instancias judiciales y policiales, no hay que olvidar que algunos de los sindicados también como participantes del operativo que acabó en el asesinato de Cecilia Cubas continúan prófugos. La salud de la República exige que ellos también sean capturados, juzgados y condenados.
Lo que debe quedar claro de este proceso es que escoger hoy la violencia como instrumento político no puede conducir a buen puerto. En una atmósfera de libertad, la competencia electoral es el trampolín para llegar al poder. Cualquier conducta que salga de ese parámetro –aun disfrazada de lucha ideológica y envuelta en un discurso a favor de las causas sociales– solo puede ser interpretada como un acto protagonizado por delincuentes comunes.
Es de esperar que esta condena persuada a los que ven en el secuestro y el asesinato una alternativa potable y abandonen sus intenciones. Ya está visto que la sociedad se defiende de sus cuerpos extraños a través de las herramientas que la ley le proporciona. Las penas carcelarias dictadas son una prueba fehaciente de ello.